20 DE SEPTIEMBRE
Pensiones y despilfarro político
No puede pedirse a los jubilados que ya han contribuido durante décadas al sostenimiento del sistema que asuman sacrificios adicionales
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En los últimos años escuchamos con frecuencia a la clase política debatir sobre las pensiones: que si son demasiado altas, que si deben congelarse, que si el gasto excede las aportaciones de los trabajadores en activo. Sin embargo, en estos debates se omite siempre un ... aspecto fundamental: la necesidad de reducir el número de cargos públicos y el elevado coste de la política en nuestro país.
El gasto asociado a ministerios, consejerías autonómicas, asesores, secretarios, empresas públicas, diputados y personal adjunto alcanza cifras desproporcionadas que rara vez se cuestionan. Esa partida parece intocable, mientras que las pensiones –fruto de una vida de esfuerzo y cotización de millones de ciudadanos– se convierten, una y otra vez, en el blanco de los recortes.
No puede pedirse a los jubilados que ya han contribuido durante décadas al sostenimiento del sistema que asuman sacrificios adicionales, mientras quienes gobiernan no dan ejemplo reduciendo sus propios privilegios. La credibilidad de cualquier reforma pasa necesariamente por la ejemplaridad de nuestros representantes. Revisar con seriedad el gasto político sería un gesto de justicia y responsabilidad. En cambio, insistir en cargar el ajuste sobre los pensionistas no solo es injusto, sino que constituye una profunda falta de respeto hacia quienes han levantado este país.
Armando García. Tres Cantos (Madrid)
Renovación o democracia fallida
España no ha tenido suerte con sus últimos gobernantes. Después de una transición modélica hacia la democracia, pronto empezaron los enfrentamientos dentro de la UCD, que destruyeron ese partido. Un rayo de esperanza se abrió con un Gobierno moderado del PSOE, ya sin su arista marxista, con Felipe González; pero, en su segundo mandato, no tardó en aparecer la corrupción. Nuevamente se abrieron expectativas con el Gobierno de José María Aznar, aunque, tras un comienzo ilusionante, al final también le salpicaron casos de corrupción. A partir del 11-M, cambió todo. Surgió nuevamente la tragedia de las dos Españas con el sectario José Luis Rodríguez Zapatero. Después vino Rajoy, que, con sus debilidades, titubeos e incumplimiento mendaz de la bajada de impuestos de su programa electoral, abrió paso al Gobierno de Pedro Sánchez, discípulo aventajado de Rodríguez Zapatero, que se ha instalado en la mentira como forma de gobierno, atacando la división de poderes. Este PSOE cuenta con la ayuda de los nacionalismos y de la extrema izquierda, formando un verdadero frente popular cuyo objetivo es un cambio constitucional.
Por otra parte, el PP necesita reorientarse para defender una política de centro-derecha clara. Si lo consigue, el pueblo tendrá ocasión de evitar una democracia fallida y así continuar el legado de nuestros ancestros, que hicieron de España un país más desarrollado y libre.
José María Ugarte Alonso. Bilbao (Vizcaya)
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