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8 DE DICIEMBRE

El paso del tiempo

Los lectores hoy reflexionan sobre el paso del tiempo en el hombre y sobre el poso que deja la fe en las personas

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Hoy cumplo 80 tacos y continúo sin ser plenamente consciente de lo que significa. La sensación de que el cumpleañero es alguien ajeno al que secretamente observo, se acentúa. Es la disociación entre el continente y el contenido que nos convierte en espectadores de nuestra ... propia vida. Sentados en primera fila de una obra teatral en la que el guion fue escrito, mejor o peor, por algún desconocido. Expectantes y acongojados, esperamos pacientemente a ver que ofrece de interesante el devenir del espectáculo y como el actor se las arregla para mantener al personal atento e interesado. Esa disociación de cuerpo y mente, de observador y observado, en la que caemos lenta, pero inexorablemente, que permite distanciarnos de la decrepitud de un cuerpo cada día más averiado, es un mecanismo maravilloso que, de no funcionar adecuadamente, nos llevaría a una situación inaceptable. Mientras que la consciencia, esa capacidad de percibir la propia existencia, pensamientos, emociones y sensaciones, permanezca intacta con el paso del tiempo, el asunto que nos trae, puede hacerse llevadero, incluso interesante, aunque para unos más que para otros, qué duda cabe. Todo dependerá de la capacidad de renuncia y aceptación del papel de observadores que la vida nos ofrece a estas alturas. El tiempo de ejercer de protagonistas se terminó y no queda otra que aceptar papeles secundarios con humildad franciscana. Nuestra máxima aspiración debería ser el pasar desapercibidos. Que nuestra presencia se vaya diluyendo y, sobre todo, que nos dejen a nuestro albur aparentemente tontorrón y despistado. Que, aunque seamos cada día más inútiles, lo que pretendemos es desvanecernos, hacernos invisibles, para que cuando emprendamos el viaje sin retorno, el pequeño mundo que dejamos no se desmorone y todo siga igual aun habiendo cambiado. Dicen que nadie muere del todo si es recordado, aunque sea fugazmente. Las malas o buenas acciones que dejamos impresas en el recuerdo, con el pasar de los años, será lo único que dará fe de nuestra existencia por lo que esperemos ser recordados con benevolencia.

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