el burladero

Cruzar las líneas sin mentir

El toro protesta con un mugido cuando es obligado a hacer lo que no quiere, cuando se torea sin mentir

La España del caos

Una pared blanca en Palamós

Mi inolvidado y sanluqueño amigo Manolo Vidal solía citar un dicho, creo que del maestro Ángel Peralta, que aseguraba que torear es engañar al toro sin mentir. Se puede torear al hilo del pitón, que no es sino colocarse de tal manera que el ... toro ejecute su embestida sin variar su recorrido, y se considera que es una suerte vistosa, sí, pero ventajista. Torear sin mentir supone cargar la suerte, adelantar la pierna contraria y someter al toro, no retrasar la pierna anterior para componer la figura: en la foto queda muy bien pero no supone cruzar línea alguna. Cruzar alguna línea siempre es mas arriesgado que no hacerlo, te puede esperar la gloria o el fracaso, sin embargo es lo que pide alguna situación, alguna faena, nada menos que el eterno equilibrio entre el riesgo y el triunfo. Cuando la profusión de ofendiditos que pueblan el relato político en España, sean cronistas o protagonistas, se llevan las manos a la cabeza, hipando y gimoteando por las palabras de Feijóo anteayer en el Congreso acerca de los prostíbulos sudorosos del suegro de Sánchez, lo que están lamentando es que el PP haya decidido emular el comportamiento de la izquierda con sus rivales políticos, sin haber censurado, por supuesto, que eso mismo se hiciera con toda naturalidad en situaciones anteriores, solo que al revés. Feijoó cruzó la línea, claro, enseñó su femoral y respondió de la misma manera a quienes le censuran una foto juvenil con un tipo al que casi ni conocía, solo que aseverando algo que es cierto: es cuando menos llamativo que el que cuenta en sus filas con puteros de diversa índole y quiera legislar de forma oportunista contra la prostitución (parece que solo la femenina), haya vivido de cerca el lucrativo negocio de los prostíbulos. Uno no es responsable del comportamiento de su familia a menos que haya convivido aprovechadamente de sus diversas circunstancias, en eso estamos todos de acuerdo, pero ello también es aplicable cuando la invectiva se dirige contra alguien que esté fuera del entramado sanchista, sometido como está a procesos judiciales, imputaciones, investigaciones policiales y periodísticas y diversas sospechas sobre su honradez. Política y no política.

La salida en tromba histérica de personajes de medio pelo como Yolanda Díaz o Pachi López, confirma la incomodidad del muletazo al pitón contrario: lo mismo que el toro protesta con un mugido cuando es obligado a hacer lo que no quiere –cuando se torea sin mentir–, la izquierda se duele por ser tratada con la misma moneda, siendo además una moneda verídica. Si uno quiere abrir la Puerta Grande tiene que cruzar las líneas, atreverse a lo inexplicablemente aún no explorado en la derecha, ceñirse los toros a la cintura y responder con contundencia a las acusaciones. Lo lamento por todos los que andan pidiendo las sales y sollozando por las esquinas de las columnas de prensa o los rincones del circo político: el toro sometido, si es noble, no protesta, lucha. Y este es un morucho.

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