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ANTIUTOPÍAS

¿Qué fue del posmodernismo?

Lo alto y lo bajo no acabó fundiéndose en el arte, sino en la política

México no es país para reyes

Modernidad trasatlántica

Carlos Granés

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En los años noventa, y en gran medida gracias al recientemente fallecido Frederic Jameson, el tema obsesivo que ocupó los debates culturales y filosóficos fue la posmodernidad. Los teóricos, como si fueran forenses, analizaban cada indicio que probaba la agonía de la época. Ahí ... estaban los mustios metarrelatos que habían servido de brújula a la sociedad moderna y en los cuales ya nadie creía, esa fantasía de un progreso ilimitado que animó al socialismo y al capitalismo, o el poder emancipador de la ciencia y de la razón ilustrada. El sujeto moderno también había muerto, decían, y ahora nuestro yo se dilataba. Como si careciera de un núcleo de creencias o principios, incluso de estructura, mudaba al son de las modas y de las identificaciones grupales. No había autor ni estilo. El arte dejaba de ser el medio heroico de expresión de la subjetividad, y se convertía en pastiche irónico, 'collage', mercancía o 'remake' de la vanguardia histórica.

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