Venezuela, puerta de China

En el ámbito político/estratégico la situación fue diferente: el Gobierno bolivariano encontró en China un aliado que le ha permitido contrabalancear la influencia de Estados Unidos y avanzar en la consolidación de su proyecto político, marcadamente autoritario y contrario a la democracia liberal. Por su parte, China halló en la Venezuela chavista un socio estratégico que no solo le abrió las puertas de su economía, sino también le ha permitido incrementar su influencia en otros países de la región, en especial aquellos pertenecientes al llamado eje bolivariano, sirviendo de altavoz y promotor de su modelo de desarrollo. En tal sentido, esta relación permitió que Pekín pudiese extender de manera más sencilla y expedita sus redes de influencia en algunos países de Sudamérica (Bolivia y Ecuador), Centroamérica (Nicaragua y Honduras) y el Caribe (Cuba y los demás países del ALBA) donde el chavismo tuviese algún tipo de afinidad ideológica.

Al igual que en Venezuela, el interés en Bolivia y Ecuador se basó en la compra de materias primas, el desarrollo de proyectos de infraestructura, el desembolso de préstamos apalancados en recursos naturales y el aseguramiento de lealtades políticas al más alto nivel (en muchos casos se han denunciado presuntos sobornos y otros tipos de irregularidades). En Nicaragua y Honduras, aparte del comportamiento descrito en Sudamérica, ha prevalecido el interés chino por asegurar la ruptura de las relaciones diplomáticas que estos países mantenían con Taiwán, así como la posterior expulsión de la isla de organizaciones como el Parlamento Centroamericano. De igual forma, también ha prevalecido el interés de posicionarse en una zona geográfica próxima a su principal mercado de exportaciones: los Estados Unidos.

En resumen, el establecimiento del modelo de relación bilateral chino-venezolano y la cercanía de los gobiernos de Chávez y Maduro con Daniel Ortega en Nicaragua, Manuel Zelaya y su esposa, la actual presidente Xiomara Castro, en Honduras, así como con Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, han pavimentado el camino para que China pueda avanzar de manera más fácil en la consecución de todos y cada uno de sus objetivos estratégicos en la región. No obstante, el precio a pagar en cada uno de estos países no ha sido menor: los líderes del eje bolivariano se han valido del apoyo económico, diplomático y militar chino para avanzar, tanto como sea posible y mientras han estado al mando de sus países, en sus respectivas agendas políticas internas, muchas de las cuales son contrarias a los principios de la democracia liberal representativa.