POR LO QUE SEA

La dinamita en la habitación

Ya sabíamos que los Estados modernos eran grandes ficciones. Ahora estamos descubriendo hasta qué punto esa frase es literal

¿Dónde está la gente fea?

Ser o o ser Antonio Famoso

En el Pentágono no ha gustado lo nuevo de Kathryn Bigelow, 'Una casa llena de dinamita'. Un documento interno de la Agencia de Defensa de Misiles (la MDA), difundido por 'Bloomberg', señala que el escenario catastrófico que presenta la cineasta es «inexacto» y que «subestima ... el poder de Estados Unidos»: su sistema de defensa, insisten, es mucho más sólido en la realidad que en la ficción. No se me ocurre una mejor campaña publicitaria para promocionar la película, que ya es lo más visto en Netflix a nivel global. Una derivada más del maravilloso efecto Streisand.

La historia que cuenta Bigelow es sencilla: de pronto, alguien decide atacar Estados Unidos con un misil nuclear, y entonces toda esa gente que lleva décadas trabajando sobre hipótesis se enfrenta por primera vez a un caso real. Para empezar, no saben quién lo ha lanzado. ¿Ha sido Corea del Norte? ¿Ha sido Irán? ¿Corea del Norte puede lanzar estos misiles desde el mar? ¿Ha sido Rusia? Dicen que no. ¿Y China? ¿Vio usted anoche el partido? Sí, general. Lo mejor llega cuando deciden activar su infalible escudo antimisiles y descubren que tiene una probabilidad de éxito que ronda el 60 por ciento. «O sea que, básicamente, es como tirar una moneda al aire», protesta el secretario de Defensa, interpretado por Jared Harris. Según la MDA esa cifra es falsa y el acierto real es de un 100%. Según el experto en defensa de 'The New York Times', W. J. Hennigan, es la mitad.

Bigelow ha tocado uno de los temas de nuestro tiempo, que es el descubrimiento de la mentira de la seguridad, siempre perfecta sobre el papel, pero que revela su verdadero alcance y poder en las situaciones límite. Es difícil ver esta película y no pensar en la dana de Valencia, en la pandemia del Covid o en el reciente robo del Louvre: cuando el mundo (es un decir) golpea, descubrimos que eso que nos protegía no era tan sólido, y que los encargados de tomar las grandes decisiones de un país no son tan distintos de nosotros. Ya sabíamos que los Estados modernos eran grandes ficciones. Ahora estamos descubriendo hasta qué punto esa frase es literal.

En su ensayo 'La hora de los depredadores', Giuliano da Empoli cuenta que 'House of Cards' era muy popular entre los políticos, porque los representaba como «personajes maquiavélicos, brillantes y sin escrúpulos, sumidos en una vida apasionante de intrigas y jugarretas». Tras muchos años trabajando como asesor, llegó a la conclusión de que era 'Veep' la serie que mejor representaba la vida política: «Una comedia de enredo permanente, en la que unos personajes, casi siempre ineptos para el papel que ocupan, tratan de salir de apuros en situaciones inesperadas, a menudo absurdas y en ocasiones ridículas». Es algo que intuimos pero no acabamos de aceptar.

Nos gusta pensar que ese 60 por ciento de probabilidades de éxito del sistema antimisiles es un 100 por 100 hasta que se demuestre lo contrario. Y así hablan y cobran y presumen nuestros líderes políticos. Y nosotros les creemos por el mismo motivo por el que no pensamos que podemos morir mañana. Porque da miedo, es incómodo y nos llevamos muy poco a cambio. Tan solo el gusto de ser adultos.

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