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sin punto y pelota

Suerte irresponsable

La suerte existe con sus caminos inescrutables, la peor acabó con la vida de Álvaro y no sabremos por qué. La vida, la muerte, puede ser así de dolorosa

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Berta González de Vega

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Una madre que da marcha atrás y atropella mortalmente a una compañera de su hija, una pareja de 18 años que muere al caerse el ascensor que les bajaba de la terraza donde celebraban las notas de Selectividad con sus amigos, un niño que muere ... atropellado por una carroza de la cabalgata de Reyes al ir a coger el último caramelo... todos fueron dramas que nos encogieron el corazón cuando los conocimos. En una sociedad acostumbrada a buscar víctimas y culpables, responsables, cada vez se hace más difícil lidiar con el dolor de la mala suerte, cuando las librerías están llenas de títulos que animan a fabricarse una buena suerte a medida, tratando de convencer de que hay actitudes que la invocan por arte de magia. Pero la suerte existe ella misma con sus caminos inescrutables, la peor acabó con la vida de Álvaro Prieto y nunca sabremos por qué. La vida, la muerte, puede ser así de dolorosa. Siempre lo ha sido y no hay algoritmo que nos evite sortearla, inteligencia artificial que nos proporcione patrones. Pero cada vez se hace más complicado que muchos entiendan que la suerte, sin racionalización posible, puede ser toda la explicación.

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