SIN PUNTO Y PELOTA

El menú socialista andaluz

La experiencia del socialismo demuestra que puede aguantar. Que se puede ser pobre y votar a quien te tiene de cliente

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Todo el menú que ofrece Pedro Sánchez lo hemos probado antes en Andalucía. Bueno, probado no se ajusta a la realidad porque, con el socialismo durante cuatro décadas en el poder, un franquismo, más que una degustación aquello fue una indigestión. Si nos hablan de ... colonización de instituciones, qué les vamos a contar. Que se lo digan a la juez Alaya y el apoyo que obtuvo cuando empezó a tirar del hilo de los ERE. Vivíamos en una apacible paz social que luego nos enteramos consistía en una estupenda merienda del gobierno andaluz y de los sindicatos, a nuestra costa. Una merienda, por cierto, a la que no era ajena la patronal, que bien que se hacía aquellas fotos en el Palacio de San Telmo con Magdalena Álvarez –¿qué ha sido de ella?– de muñidora de los pactos. Con el paso de los años y los escándalos de la formación, de la Faffe y de los ERE nos fuimos dando cuenta de que el paro se había convertido en un gran negocio. Los medios, regados con publicidad institucional, alababan el modelo, salvo honrosas excepciones.

Aquello funcionaba electoralmente. Es un truco viejísimo. Crear los problemas y luego ir de salvadores con las soluciones. Lo estamos viendo ahora mismo: presumen de dar ayudas sociales los mismos que pueden ahorrarse trámites y bajar los impuestos en proporción a la pérdida de poder adquisitivo. Anuncian la construcción de miles de viviendas los mismos que, con sus políticas de indefensión a los caseros, limitan la oferta privada. Hablan de que la vivienda no puede estar en manos del libre mercado –risotadas aquí del tipo 'por no llorar' de los promotores que sufren los trámites administrativos– los mismos que constriñen con burocracia agobiante los planes urbanísticos que, como vimos en Andalucía, sólo favorecen la construcción ilegal.

Lo peor de los sistemas clientelares es la dificultad del desmontaje. Aquellos socialistas eximieron de pagar matrícula universitaria a los que simplemente aprobaran las asignaturas y ahí sigue esa política. También continúan las becas 6.000, 6.000 euros a los alumnos que sigan estudiando más allá de cuarto de la ESO, en familias de bajos ingresos. Cualquier profesor tiene anécdotas de alumnos que se han gastado ese dinero en viajes, motos o incluso operaciones de estética. En Madrid, en vez de esa beca, se instauraron por entonces los bachilleratos de excelencia, con alumnos de buenas notas, ya sean hijos de directivos del Ibex o de chinos con bazares en Vallecas.

Últimamente, muchas sobremesas de amigos o familiares acaban con la porra sobre si el electorado hará bueno aquel lema electoral de Pedro Sánchez de «Haz que pase». La experiencia del socialismo andaluz demuestra que puede aguantar. Que se puede ser pobre y votar a quien te tiene de cliente. Que muchos no quieren mandar en su hambre para tratar de salir de ella. Es un riesgo. El otro, es que el siguiente no desmonte el entramado. Feijóo, de entrada, ha prometido ayudas de 750 euros para pagar las hipotecas. No parece que tenga muchas ganas de ofrecer un menú muy distinto.

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