sin punto y pelota
Fraudillo I de España
Sánchez pedalea. La charocracia suspira al verle subir el Tourmalet de la ofensiva de la ultraderecha, le lanzan botellas llenas de superioridad moral a sorbitos
Instinto básico
Hasta luego, Maricarmen
Desde que la sede del gobierno de España se trasladara a La Moncloa siempre se ha hablado del síndrome de ese nombre. Presidentes aislados, ensimismados en el ejercicio del poder, rodeados de palmeros, levitando lejos de la calle. Los españoles hemos dado por supuesto que ... así debe ser, incluso cuando ETA ya no asesina y los complots para matar al presidente parecen apuntados en libreta de Ofelia, la secretaria del jefe de Mortadelo y Filemón. Felipe tenía su bodeguilla en Moncloa para recibir, informalmente, a periodistas, intelectuales y amigos. O a Lina Morgan. Se vende una foto en todocolección de una de aquellas veladas por diez euros. Ahí están Miguel Angel Águilar y Nativel Preciado, entre otros, con una Carmen Romero de la que se cachondeó el personal por las «jóvenas» sin saber que vendría una primera dama socialista a decir «sosteneibol».
Poco se sabe de la calle que recibe Sánchez en Moncloa, pero sí conocemos lo poco que parece gustarle a la calle el sanchismo. Menos mal que le quedan las rutas de la sierra de Madrid en bici con Begoña. Con el maillot y unas gafas de sol no se le reconoce. Serán unas gafas de profesional de la escalada a pedales, distintas a aquellas Top Gun de cuando se hizo la foto en el helicóptero. Qué modestia, lo de volar en aquel Puma a la boda de su cuñado. Ahora alterna bici y Falcon. El exceso de horas en el Peugeot 407, en el que viajaba con Ábalos, Koldo y Cerdán, le dejó cierto hartazgo de carretera. Un road trip, aquel, que merece una peli de Alex de la Iglesia que no aspire a Goya.
Por aire llegó el otro día a Melilla, a inaugurar un hospital fantasma pero con una corte de señoras de 50, la charocracia progresista, encantadas de sonreír mientras el presidente les sacaba en un selfie, brazo en alto no nazi. No nos engañemos: pese a las admoniciones de los columnistas que guardan las esencias del tarro constitucional y la sagrada transición, hay mucha izquierda, sobre todo femenina, que suspira por el chulo que castiga.
Mientras arrecia el sainete, seguimos sin saber a qué va tanto vuelo de Falcon a República Dominicana. Top secret, dictamina el presidente de aquellas gafas Top Gun en el Puma. El Fraudillo, ha quedado bautizado por las benditas redes. Para tener montado el PP un tinglado de policía patriótica, según el relato fuerte en el lateral izquierdo del espectro político, qué poco les cunde. Nos tienen en ascuas. Que si hidrocarburos, Venezuela, Marruecos, Delcy y Zapatero. Nada.
Sánchez pedalea. La charocracia suspira al verle subir el Tourmalet de la ofensiva de la ultraderecha, le lanzan botellas llenas de superioridad moral a sorbitos. Cuando llegue a la cima, verá el panorama: constitución a la carta, instituciones debilitadas, reformas necesarias postergadas, el NO-DO en la televisión pública. Sentirá la satisfacción del trabajo bien hecho. El Superpuma, el Falcon. ¿Qué viene después? Se ajusta el maillot. Fraudillo I de España. El monte de El Pardo es precioso en bici. Quizás habría que cambiar el síndrome de La Moncloa por el de El Pardo.
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