sin punto y pelota

Chicas defectuosas

Hay chavales que les va mejor cultivando la camaradería masculina, recuperando cierto gusto por la competición y con un capitán

Yo quiero abortar

Creyentes en la ONU

Varón inmigrante, familia desestructurada y pobre. Perfil de fracaso escolar, sin 'big data' sofisticado. Miguel Ángel Sancho, presidente de la Fundación Europea Sociedad y Educación, lleva en la cabeza los indicadores del sistema educativo español y cree que ese perfilado debería llevar a evitar el café para todos en los sitios ... del Red Bull para muchos. Empezando, por ejemplo, por destinar allí a docentes extraordinarios. ¿Cómo sabríamos si lo son? No existen evaluaciones serias que nos permitan aplaudir a esos profesores capaces de sacar del barrio marginal al niño en el que vio un atisbo de aprovechar el placer de aprender. En España, no podríamos hacer una película como aquella con Edward James Olmos de abnegado profesor de matemáticas que, en un barrio marginal de Los Ángeles, consigue, 'con ganas', que unos chavales pasen la prueba estatal de matemáticas avanzadas.

40 años después de acabar con la educación diferenciada no privada, cada vez menos chicos llegan a la universidad, los estereotipos de género se han acentuado –que se lo digan a los raritos a los que no les gusta el fútbol o a las niñas que pasan de saber de maquillaje– y resurgen actitudes calificadas de machistas. Los niños, cada vez más, son percibidos como niñas defectuosas. Y se rebotan.

El otro día en Barcelona, Tom Batty, director de la coalición internacional de colegios de niños, explicó cómo un colegio solo de chicos puede combatir el fracaso escolar. Batty, invitado por Iguales y Diferentes, fue profesor en la elitista Eton británica, pero también lo ha sido en un colegio con maoríes en Australia y explica que, alrededor de los 11 años, es cuando los niños forjan su identidad, el con quién, el por qué, el contra quién, el frente al mundo. Hay chavales que, en ese momento, les va mejor cultivando la camaradería masculina, recuperando cierto gusto por la competición y con un capitán, mi capitán al frente que les traslade expectativas altas y confianza. Sin prejuicios.

Corría el 2010 cuando Arne Duncan, el secretario de Educación de Obama, explicaba que, mientras llevaba los colegios de Chicago, cerró uno de ellos en el que apenas se graduaba ningún chaval y puso en marcha tres más pequeños con enfoques distintos. Uno era solo de chicos, mayoría negros. Pocos años después, muchos llegaron a la universidad. «Hay que desafiar el 'statu quo'», decía Duncan.

Varones, inmigrantes, pobres y sin figura paterna, muchos de ellos. Los indicadores están ahí. La manera de combatir la supuesta superioridad moral de la izquierda es preocupándose de estos asuntos. Y desafiar el 'statu quo'. Con huevos, ahora que el Ministerio de Igualdad anda resignificándolos. Batty puede dar numerosos ejemplos de casos de éxito en todo el mundo, con perfiles en las antípodas de Eton y de sus pajaritas. Si alguien le quisiera escuchar, claro, dispuesto a que este profesor, de ninguna orden religiosa, haga saltar por los aires sus prejuicios.

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