sin punto y pelota

Los bulos de los tabloides

Inquieta la censura en nombre del combate contra la desinformación

Sin problemas, Bruselas

Conspiración judeomasónica

Emma-Jo Morris soltó una carcajada en un subcomité del Congreso de EEUU al leer los titulares de la prensa progresista sobre sus noticias del ordenador de Hunter Biden, el hijo del presidente. Sus informaciones en el 'New York Post', a un mes de ... las elecciones que ganó Biden, eran desinformación rusa, decían. Parte de las pruebas para condenar a Hunter Biden por ocultar su consumo de drogas al pedir una licencia de armas han venido de ese ordenador del que dio cuenta Morris, en unas informaciones censuradas en redes sociales. Cuando, en el último debate presidencial, Trump sacó el asunto, Biden lo zanjó calificándolo de «complot ruso». Ganó por la mínima aquellos comicios.

Emma-Jo Morris se lamentaba estos días de que lo importante no era el consumo de drogas del hijo crápula de Biden, si no los correos sin investigar sobre los negocios de Hunter con empresas energéticas ucranianas y chinas con su padre en la vicepresidencia con Obama. La condena en los tribunales ha conseguido que los tertulianos demócratas presuman por los platós de que el sistema judicial funciona, sin componendas para la familia presidencial. Pero la historia es un poco más complicada.

Inquieta la censura en nombre del combate contra la desinformación que se libró cuando Morris publicó sus artículos. Al hacerse Musk con Twitter, dio acceso a periodistas a correos internos en los que el Gobierno pedía tumbar lo relacionado con el portátil. Ya saben, las democracias occidentales no tienen capacidad para desestabilizarse solas gracias a los desmanes de algunos dirigentes. Cada vez que surjan formaciones políticas populistas la excusa será que hay una masa de analfabetos que se creen trolas de bots rusos. 'Los despreciables', que les llamara Hillary Clinton.

Morris ha reído la última. Hunter Biden está condenado. En los últimos años hemos visto que historias que eran terraplanismo y magufadas han resultado ser ciertas, como aspectos relacionados con lo que Trump llamó 'el virus chino'. Analizar el enfado de quienes se sintieron engañados por las élites y supuestos guardianes de la verdad ayuda a entender el auge de determinadas opciones políticas. Aquel día en el Congreso de EEUU también estuvo Robert Kennedy Junior para denunciar cómo a él le censuraron críticas a la gestión de la pandemia y los efectos adversos de las vacunas. Tanto Morris como Kennedy explicaron que está en juego la libertad de expresión. Curiosos tiempos estos en los que se señalan como peligro para la democracia a los que piden respetar sus pilares. Con líderes que se proclaman demócratas y piden controlar a los medios. A esos tabloides como el 'New York Post', por ejemplo, siempre el hermano acomplejado del 'New York Times' que, sin embargo, ha acabado admitiendo que el portátil no era fruto de la maldad de Putin.

Dejar que los gobiernos sean los que fijen las reglas de lo que se considera desinformación da miedo. El poder controlando al contrapoder. El sueño autoritario de toda la vida, por muy de buen rollo y superioridad moral que se vista. Por mucho Trump que se tenga enfrente.

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