El autónomo radicalizado

Algunos tienen empleados. Imaginen la dueña de un bar de pueblo, con un trabajador. Echando las mismas o más horas que él. Pagando subidas del salario mínimo que son bajadas del suyo. Pasando la bayeta a la barra, viendo en la tele uno de estos días a Silvia Intxaurrondo, 547.000 euros de sueldo de dinero público por dos años, decirle con una media sonrisa a Antonio Garamendi que si le parece «digno» a día de hoy, 2025, los 1.179 euros del salario mínimo. Y la dueña del bar, ahora colocando las tazas limpias, pensando que, en su pueblo, claro que es digno.

Los pensionistas recibirán una carta con la información de sus subidas para este año, con un diseño gráfico cuidado, nada del correo austero del gestor con lo que toca de IVA. Esa es otra. IVA, cuotas de Seguridad Social y el pago a la gestoría, ese traductor para hablar con la Administración. Que muchos hemos intentado lo de los certificados digitales y hemos parado antes de sentirnos como Michael Douglas en 'Un día de furia'. Total, no tenemos fusil.

Empezamos el año ya cabreados porque hace un par de meses corrieron por las redes titulares que hablaban de trasponer una directiva europea (2020/285) que obligaba a España a eximir del pago del IVA a los autónomos que facturemos menos de 85.000 euros. Demasiado bonito. Ha sido una posibilidad descartada por María Jesús Montero, ocupada en intrigas cortijeras del socialismo andaluz. Somos tan insignificantes que no pintamos nada para la patronal, pendiente Garamendi de correrle el sillón a Gerardo Cuerva, presidente de Cepyme, el empresario que más clarito habla y el más incómodo con el pastelo rosa chicle con Yolanda Díaz. Y el presidente eterno de los autónomos, Lorenzo Amor, anda ya pendiente de renovar mandato.

El autónomo español es el más pringado de los europeos, donde sí disfrutan del IVA franquiciado. No le preocupa a ningún partido. «Los currantes le han dicho a la élite gobernante que se vayan al infierno», explicaba ayer en un 'podcast' el periodista Eli Lake sobre la victoria de Trump. Yo noto entre mis amigos autónomos que nos vamos radicalizando pero debe de ser lo que dice la ministra de Hacienda: estamos cayendo víctimas de los bulos que quieren socavar la democracia. Me concienciaré bien fuerte de la necesidad de amar al Gobierno –para ellos es sinónimo de democracia– cuando vea uno de estos días lo que me desaparece de la cuenta.