SIN PUNTO Y PELOTA
'Adolescence' es ficción
Si queremos menos adultos o adolescentes violentos, necesitamos niños con autocontrol
Una mili sin burbujas
Ponerse estupendos
Bienvenido el enésimo pánico moral, además del proporcionado por el kit de supervivientes modo bélico de la UE. Cuando creíamos complicado generar conversaciones comunes por la dispersión de audiencias, llega 'Adolescence', la serie sobre un niño aparentemente normal que apuñala a una compañera de ... cole, a meternos miedo en el cuerpo. Ahora debemos mirar con sospecha a nuestros hijos varones, que puede que estén en esa secta que se llama manosfera, fabricante de asesinos. Como dice el empresario Javier Recuenco, cada uno va cargado con su película mental a ver la serie pero la presión del discurso predominante en las redes lleva a una conclusión: esto hay que ponérselo a los chavales en los institutos. Y así la prensa progresista sacará otro reportaje de aulas fachas, con profes espantadas porque hay alumnos que dicen que Franco hacía pantanos, que se nos ha ido la mano con el feminismo y que votan a Vox. Ahora, gracias a 'Adolescence', alguno también los mirará como asesinos en potencia, que ya sabemos que siguen en redes a «Andrew Tate y a toda esa mierda», como explica la poli de la serie.
Jamie, el protagonista, tiene dos padres que se quieren, juntos desde el instituto. Una buena condición previa para que los hijos tengan éxito en el cole, como explicaba en estas páginas Inger Enkvist. Cualquier estadística en un centro de menores infractores nos diría que es raro que tengan ese tipo de padres. Ahí están los dos chavales extremeños de familias desestructuradas que asesinaron a la monitora. Uno de ellos con una madre drogadicta a la que el padre logró quitar la custodia de sus hijos después de años de peleas en los juzgados. Pues, oh casualidad, el matrimonio de 'Adolescence' se quiere.
El estudio de la violencia es muy complejo. Lean el libro de Roberto Colom y Andrés Pueyo, 'Cómo acabar con la violencia'. «No existe 'el gen', 'el neurotransmisor', 'la región cerebral', 'la influencia cultural' o cualquier otro factor que aisladamente explique la conducta violenta», se lee. Y, recuerden, por eso, que 'Adolescence' es ficción, no un documental. El suceso que cuenta es de una rareza extrema.
Si queremos menos adultos o adolescentes violentos, necesitamos niños con autocontrol, que no se salgan siempre con la suya, con familias estables y cariñosas que impongan límites y den ejemplo. «Antes de ganar sofisticación mental y poder usar el lenguaje para resolver sus conflictos, la naturaleza de los niños domina la escena, por lo que recurren a la agresividad para actuar violentamente, si es necesario, y lograr lo que desean. Es la socialización la que contribuye a canalizar esas primeras tendencias la que marca la diferencia entre la expresión o la inhibición de las acciones que dañan a los demás», se lee en el libro. Tener eso en cuenta será más útil que visionar una ficción en una clase de instituto y concluir, pensamiento camiseta, que el machismo mata y las redes sociales son el mal.
El Centro Reina Sofía ha sacado el informe 'Culpables hasta que se demuestre lo contrario. Percepciones y discursos de adolescentes españoles sobre masculinidades y violencia de género'. Por qué será.
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