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la tercera

Patología del victimismo

El victimista no cree en la libertad, ni en la capacidad que tiene todo ser humano de tomar las riendas de su vida, ni en la posibilidad real de sobreponerse a las malas experiencias

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Es bien conocida la afirmación de Camilo José Cela, para quien «hay dos clases de personas, quienes hacen historia y quienes la padecen». Todos queremos hacer historia y, sobre todo, la de nuestra propia vida. Somos conscientes de que estamos llamados a vivir en ... libertad, lo cual implica actuar siempre –y por encima de cualquier condicionamiento– libérrimamente, porque uno quiere, porque a uno le da la gana. Sin embargo, ¡con qué facilidad claudicamos o renunciamos a vivir en libertad y caemos en el victimismo, casi sin darnos cuenta! ¿Cómo piensa y vive el victimista? Describo a continuación algunos de sus rasgos más característicos. El victimista vive en la pasividad: las cosas le pasan sin más, sin que él tenga arte ni parte, y, por tanto, no se le puede exigir responsabilidad alguna, ni tampoco puede equivocarse, ni ser criticado; tan sólo compadecido y consolado. El victimista, prefiriendo no correr el riesgo de la libertad, se pasa la vida lamentando el mal ejercicio de la libertad ajena, que entiende ser la causa principal de sus males. Ser víctima resulta cómodo porque no exige hacer ni arriesgar nada.

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