EN CLAVE DE TRON
Begoña Gómez
Ninguna empresa que yo conozca (pyme, grande o multinacional) daría un solo euro voluntariamente a un máster o a una cátedra así
¿A nadie se le cae la cara de vergüenza?
Algo habrá hecho
Doy mi palabra de que escribo esta columna desde el más absoluto de los respetos pero, a la vez, convencido de que si no es por algún tipo de influencia, presión, interés, intercambio o, directamente, por enchufe resulta inconcebible que alguien decida invertir, patrocinar o ... financiar un invento como la cátedra (o lo que sea eso) promovida por Begoña Gómez.A vueltas con el caso de la esposa del presidente se nos está olvidando lo mollar. Andamos con que si la asesora, los emails, la empresa del software, la cátedra, la Complutense o el IE y dejamos de lado el papel de la protagonista como profesora, conferenciante o asesora no sé muy bien de qué.
Que si el juez Peinado, la ley del jurado, aquella patética primera comparecencia en el juzgado, la incomprensible estrategia de defensa de no declarar... así que me he parado y reproduzco, literalmente, algunos momentos estelares de la esposa del presidente del Gobierno en su papel docente o autoproclamada catedrática. Leamos con atención y flipemos:
«Un máster donde practicamos la generación de impacto real, el impacto que trasciende a la propia organización activa en el territorio donde actúa. No hablamos de 'greenwashing'. Un máster donde aprenderás de un claustro de expertos a definir el propósito como dibujar una estrategia transversal a la estructura de la compañía».
¡Virgen Santa! Reconozcámoslo. Más allá de la presunta malversación, del presunto tráfico de influencias y del papelón de la asesora y amiga, este es el nivel. Para 'vender' esto, Cristina asesoró a Begoña puntualmente. Para esto, grandes empresas patrocinaron esas conferencias. Para esto influyó (no sabemos hasta donde) su esposo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez:
«Hoy queremos conversar, conversar cómo ellos como protagonistas quieren prevalecer, actuar sobre este colectivo... La generación Z no sólo demanda una nueva manera de actuar sino que también demanda más transparencia por parte de las organizaciones».
Y así, pringaron importantes telecos, universidades, consultoras, tecnológicas, aseguradoras, aerolíneas, bancos, energéticas, editoriales, compañías sanitarias... Ninguna empresa que yo conozca (ya sea pyme o grande y no digo una multinacional) daría un solo euro, voluntariamente, para un máster sobre no se sabe qué o una cátedra del chichinabo. Nadie, en su sano juicio, ni ningún consejo de administración despilfarraría una partida de su presupuesto para un curso absolutamente vacío.
A no ser que venga desde... o de parte de...
PD: Una última perla. Así define Begoña Gómez otro de los objetivos de sus cursos: «Algo importante es decidir con qué público es con el que voy a trabajar, es decir, qué «K.P.I. actividad que implican cómo esas actividades han generado un cambio permanente en las personas o en el planeta».
Y ahora vas y lo cascas.