bala perdida
Viva Pam
A Pam hay que cuidarla más, como a Bertín Osborne. Son esencia de una España de coña
Venimos montando mucho estremecimiento, a propósito de Angela Rodríguez, Pam para el siglo, cuando a gentes escasísimas, como ella, conviene no mustiarlas, porque dicen enseguida la verdad. Y eso, hoy, es una anomalía, una bárbara y olvidada anomalía. No nos estamos portando con ella. Hasta ... la dimisión de Pam se ha pedido por ahí, total porque la chavala ha hablado de violadores como si ya llevara la tercera copa en una despedida de soltera.
Pam es Pam, digámoslo con énfasis de musa de la peluquería, o de la verbena. Y luego es Angela Rodríguez, que se dedica a sus labores en el Ministerio de Igualdad. A mí me gusta mucho más Pam que Angela, porque Pam emplea el párrafo desabrochado, se ríe sin rigor, discrepa como en 'Sálvame', y si tiene la tarde lírica dice 'puta coja' en un chat a una rival política. Un nivel, un fichaje. De modo que se explica como en Mercamadrid, hora punta, pero luego se recoloca un poco su camisita y su canesú y nos pega el pregón de jerifalta en el Ministerio, y ahí ya nos aburre más bien mucho y la aplaudimos más bien menos.
Angela es de las que aún sostiene que la ley del sí es sí resulta un exitazo, pero luego Pam, que es ella, y no es ella, se pone a la cháchara al respecto, en lo alto de la pandilla, y resuelve el panorama como si rematara un cumpleaños. No podemos darle tanta tunda a esta contenta que descarrila, porque en el descarrilamiento hay poco embuste, y esto es infrecuente, y acaso da el pulso concreto y cierto de quienes nos gobiernan o desgobiernan. Y, de paso, promueve recreo. Mientras en el telediario es noticia el violador que sale de la cárcel, y no el que entra, resulta que Pam se va a un picnic de amigas y ahí despacha una ley averiada con síntesis de jijíjajá, y filosofía 'on line'. Puesto que la cosa tiene poco o ningún arreglo, casi es preferible el cachondeíto, que no es plan de víctimas, por cierto. A Pam hay que cuidarla más, como a Bertín Osborne. Son esencia de una España de coña. Y no escatiman la verdad, esa anomalía, en cuanto se despistan.