Nudismo con gafas

De modo que la gafa del famoso no muere nunca, y ahora aún menos, en el borbotón del verano, cuando el horizonte es una romería de gafas oscuras con un famoso dentro, en bañador, o desnudo. Estamos en el nudismo, o casi, de las gafas gigantes, imposibles, con algo de máscara de pasarela y algo de gafas de buceo del muestrario de Tiffanys. A las mujeres les promocionan mucho los labios estas gafas, y a los hombres les pone cara de coche japonés, más mandíbula.

El pijerío ha hecho muy suya la moda de estas gafas grandes, pero esta moda redunda en los hombres gracias a los reguetoneros, que son los nuevos futbolistas, los que hoy mandan en el farde macho y hasta machista. Entre el mujerío cundió mucho gracias a Victoria Adams, que aún es de la plantilla del fútbol moderno, zona minifaldas. Las gafas que digo van tan derrochadas de diseño que emparentan antes con un descapotable que con la gafa propiamente dicha. Son gafas de dejárselas un rato al aparcacoches más que unas gafas de abandonar sobre la mesa, mientras se desguaza una cigala o se apura un vodka.

Cruzamos un verano en el que la prenda principal es esta gafa grande, ensanchada y de concha, por lo general, que se usa a todas horas, y que tiene así intimidad de fetiche y falso prestigio de bobada carísima. Cuando prospera ir en bolas a las fiestas, la guapa gente famosa descubre las gafas de vestir. Las gafas del famoso son las gafas de los que nunca usan gafas.