BALA PERDIDA
Mola Pam
Yo no insistiría mucho en la dimisión, porque en épocas de poco cachondeíto, como la que toca, conviene una chica de despreocupación tropical
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Iniciar sesiónLo que pasa con Ángela Rodríguez es que es Pam. Quiero decir que, si le pilla ocasión, deja un hit del derrape alegre, vía Instagram, o vía presencial, porque Pam es Pam, y enseguida hace de la prosa otra cosa, como los creadores distintos, ... y en condiciones. Ya reúne un catálogo de arrebatos de verbena que van desde adornar de «puta coja» a una rival hasta poner tres gritos en el cielo porque las jóvenes prefieren la cópula a la masturbación. Pam está en todo, que igual es decir que no está en nada. No vayan a decirme ustedes que no mola una chavala que igual te dispara una ley, como Ángela, que te da instrucciones para el mayor orgasmo, como Pam. No teníamos algo así desde la doctora Elena Ochoa, hoy consorte de Norman Foster, que fue quien sacó en la tele -ella, no Foster- el pilates sexual a la hora del aburrimiento conyugal. Se le viene dando mucha metralla a Pam, y no es camino, porque a criaturas como ésta, tan peatonal, tan exótica, tan incorregible, conviene tenerlas en el tajo, porque nos regalan recreo suelto, y arreglan una tertulia, y hasta un artículo. Pam tiene algo de ministra de Sálvame, y algo de activista de un feminismo de móvil, cuando deja en el armario a Ángela Rodríguez, que ejerce de jefa, con Irene Montero. Hay dos criaturas en Rodríguez, Ángela, y Pam, que se van turnando en la faena, y a veces equivocan el día de faena. Cuando le tocaba componer la figura a Ángela, va Pam y se arranca a hacerse unas risas, como si fuera domingo de merendero. Se retiró del parlamento de variedades Gabriel Rufián, en el Congreso, y anda desmayado de ajetreo Bertín Osborne, en la tele, con lo que íbamos necesitando en el panorama en general un relevo de fiera versátil, desabrochada y palabrona, que animara el vermú del 8-M, o bien la peluquería de la cháchara antipatriarcal. Ahí brilla Pam. Tenemos musa. Yo no insistiría mucho en la dimisión, porque en épocas de poco cachondeíto, como la que toca, conviene una chica de despreocupación tropical. Pam. No hay quien la supere.
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