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BALA PERDIDA

Modos de ser español

A Manolo 'el del Bombo' le venimos dando mucho funeral y ya casi vamos a acabar llamándole Don Manuel

La tarumbancia

Pombo y el gorro

Ángel Antonio Herrera

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La semana que muere nos ha concretado lo que ya sabíamos: el exceso lo bordamos. A Manolo, 'el del Bombo', le damos funeral de cardenal de la grada, a Lamine Yamal le hemos igualado a Maradona y el apagón nos dura días, porque no ... acabamos de encender la luz recóndita de la causa. El español acierta mucho, o muchísimo, cuando exagera, pero a veces no tanto. Quiero decir que desconocemos la medida, y eso es un modo de ser español, que más o menos ya vislumbró Julio Camba. Manolo 'el del Bombo' fue la última folclórica, porque las folclóricas no sólo un búcaro de señoras que gritan la copla, sino una estirpe nacional y desparramada que va desde Jaime de Mora y Aragón hasta Julio Iglesias o Manolo, 'el del Bombo', una estirpe nutrida, y en extinción, que reúne lo mucho que tenemos de suecos, pero al revés. A Manolo le venimos dando mucho funeral, en las teles y otros recreos, y ya casi vamos a acabar llamándole Don Manuel, porque en España, para las exequias, nos ponemos muy redichos. A Manolo le venimos prorrogando la despedida, y a Lamine Yamal le venimos estirando la glosa de homenaje, como si en lugar de empatar ante el Inter hubiera logrado el chico una nueva versión de la volea de Champions de Zidane. No digo yo que Lamine sea un arribista del regate, pero en estos días sólo ha faltado que le escriba una oda algún académico de la RAE. Los tertulianos del fútbol enseguida acomodan una titulación alegre a propósito de algún pelotero descollante, que es nombrarle «el mejor del mundo en su puesto». Lamine es «el mejor del mundo en su puesto», y aquí tenemos ya otra exactitud del exceso, porque para emitir un elogio olvidamos el palmarés de esplendor de tantos otros del oficio, donde están Messi, Cruyff, Pelé o Cristiano. En cuanto al apagón que no cesa, pues ya nos dirán. De momento, casi estoy agradecido a ese lunes. Inauguramos la mirada entre vecinos y reinventamos el transistor como sabiduría.

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