BALA PERDIDA
Más laca que melodía
Si mandamos a Eurovisión a una cantante solvente, por ejemplo, lo tiene tirando a regular
Aeropuerto de los desamparados
Un siglo de Moyano
Igual da que mandemos a Eurovisión a una soprano o una gogó, porque a Eurovisión no se suele ir a cantar sino a perpetrar el show. Eurovisión es, sobre todo, sus vísperas y luego las vísperas de después, con Instagram al fondo, de cabreo. O ... sea, un largo cónclave de variedades con un concurso ahí en medio. Quiero decir que si mandamos a una cantante solvente, por ejemplo, lo tiene tirando a regular, porque va a competir en un escenario donde importa más el peinado despeinado que la afinación de oficio. A esto de Eurovisión le dan siempre muchas vueltas de promoción, especulación y confeti. He visto ese tinglado, a salto de los años, y siempre me parece una Operación Triunfo de coristas talluditas, barítonos de bingo, maniquís de lamé y algún virtuoso que no sé qué pinta ahí, salvo entrenar para el día del Orgullo. De modo que nos cabe un cómico, como Chikilicuatre, y cabe Melody, cada uno en su distinto estilo. Escribo en la tarde del sábado, con lo que ignoro los resultados de esta tómbola, pero eso da igual, porque cada año gana Massiel. Yo creo que el puesto en este maratón no importa, porque el triunfo es librarse del ridículo. Lo que pasa con Eurovisión, así en general, es que es un orfeón de frikis que todavía no se han dado cuenta de que lo son. Alguno se salva un poco, sí, pero yo hablo en general. Cuando enviamos a un friki profesional, Chikilicuatre, quedó como si fuera un cantante. Si, por la otra punta, decidimos llevar a un cantante, y el éxito fue que nuestro cantante no resultara un friki. Les recuerdo casos: Raphael, Sergio Dalma, Paloma San Basilio. Si nos ponemos serios, casi diríamos que han seguido sus carreras respectivas a pesar de Eurovisión. Entre el gamberro Chikilicuatre y la chavala Melody, nos sale Chanel, que triunfó estruendosamente, a pesar de que las voces que dicen que saben habían preferido que ella no fuera candidata. Tanto éxito tuvo que casi le han hundido la carrera. Eurovisión es siempre menos de lo mismo: antes la laca que la melodía.
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