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bala perdida

Justicia de peluquería

Teníamos a un clásico paseando cada mañana en el Madrid de verbena

Quinta de Beenhakker

Trump y el culo

Ángel Antonio Herrera

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Ocupamos un país tan exótico que ya estamos a dos tardes de que Vargas Llosa sea un novio del pasado de Isabel Preysler y Mario Vaquerizo un artistazo de los que tienen placa en un teatro. La izquierda más ocurrente anda vivaqueando ante Martínez ... Almeida porque Madrid quiere celebrar a Vargas Llosa, cuando no celebró en condiciones a Marisa Paredes, por dar un ejemplo de ilustración y reciente. Es fatigante, o sea, agotador, o sea, letal, escuchar que Vargas Llosa merece la atención de un gobernante, o varios, por simpatías de credo político, cuando no por sus talentos de creador incalculable y naturalmente indómito, que además han tenido largas épocas de vínculo con una ciudad, Madrid, donde don Mario ha vivido y trabajado, como peatón ilustrísimo. De manera que teníamos a un clásico paseando cada mañana en el Madrid de verbena. Vargas Llosa no sólo merece dar nombre a una calle o avenida sino a una plaza de toros, incluso, según tenga ese día la autoridad el ánimo más infractor o menos. Me acorrala en estos días la sensación de que Vargas Llosa ha sido más cuidado y estimado, durante sus épocas últimas, en Francia que aquí, y esto lo escribo por avalar un poco que aquí la cultura nos importa mucho cuando hay que mirarle al difunto el carnet de partido que en rigor no tiene y no tanto la hoja de servicios de sus sabidurías diversas, que en el caso de Vargas Llosa presenta el detalle de un premio Nobel. Las teles de colorín, y sitios aún peores, llevan de temario en estas horas a Vargas Llosa, porque quieren hablar de la Preysler, y la izquierda más ocurrente reúne a don Mario con el otro Mario, el consorte de Alaska, para probar a desacreditar la decisión de un ayuntamiento de conceder a Vargas Llosa laureles póstumos. Toda amalgama es injusta, que quiere decir falta de equidad, en general, y esto nos sirve tanto para el autor de 'La ciudad y los perros' como para el enamorado de Alaska. Somos un país desmedido. Con alto criterio en la justicia de peluquería.

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