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BALA PERDIDA

Golfería de internet

Ahora hay quien se hace pasar por Brad Pitt en el móvil y así birla veinte mil euros a un par de inocentes

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Ángel Antonio Herrera

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Crecen por ahí las estafas del amor, porque alguna mujer, de pronto, se cree novia de un guapo desconocido que le pega el sablazo, vía internet. Y digo mujer porque la mujer es desesperante mayoría en los casos publicitados. No sabemos si, en estos ... casos, tan crecientes, sobra el amor o sobra internet. Pero algo sobra, que quizá es la soledad de quien va y busca un romeo en la red, en la nostalgia de un romeo de bingo, que es lo que se llevaba hasta hace cuatro tardes. Vamos sustituyendo el bar por Instagram, y así nos sale que nos roba el corazón un emboscado que, en rigor, nos ha robado la cartera. La búsqueda del amor, o del amorío, es antigua como la rueda, pero ahora hay quien se hace pasar por Brad Pitt en el móvil y así birla veinte mil euros a un par de inocentes. Y cito a Brad Pitt sin licencia literaria, porque aludo a un reciente episodio real. Los que estafan en la red son polígamos, porque se dispersan entre varias candidatas a perder los ahorros por un piropo. Decía un clásico, a la vista de la muchacha espléndida: «Nadie dudará de su mágica hermosura, pero sí de su existencia». Me vale la frase para el asunto de hoy, porque los estafadores inventan un retrato viril, de sólida belleza, pero falso, y con ese cebo, desde las redes, acaba cayendo una enamorada que no duda de la existencia del galán, que es lo primero que hay que hacer, salvo que el galán se te cruce en Carrefour. De modo que estas estafas echan el ancla en la credulidad cándida, y enseguida esa credulidad cándida, que lo mismo tiene domicilio en un pueblo de Almería o Soria, y se llama Mari Pi, esa credulidad cándida, decía, va y pone los esforzados ahorros de media vida bajo el deseo de un mozallón que ni existe ni va a existir. Un lema advertía que los problemas le sobrevienen al hombre por salir de su casa. Y a la mujer. Pero ahora los problemas también llegan si no te mueves del sofá, porque Brad Pitt quiere conocerte, y tú vas y te lo crees. Conviene vigilar la alegría. Que es como decir la soledad. Y las cuentas, como siempre, desde que somos parejas modernas: siempre a medias.

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