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bala perdida

Adiós, Pam

Hemos perdido a una gestora, pero sobre todo a una musa del lenguaje

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Ángel Antonio Herrera

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Igual no echamos mucho de menos a Irene Montero, pero yo sí voy a echar de menos, muy dolidamente, a Ángela Rodríguez. Ángela es Pam, y Pam ha sido Pam, en el trajín de Igualdad, una criatura que llevó al diccionario del 'show' acuñaciones inolvidables ... como que el 'satisfyer' es una máquina para matar fascistas. Eso lo no supera ni Tristán Tzara, que era un alcohólico del idioma, como Pam, sólo que de otra manera, y en francés. Pam ha tenido ratos de creadora surrealista, o dadaísta, como ven, porque levanta aforismos desde el afán del sinsentido, y otros ratos de consejera de salud sexual, incluso, porque algún día lamentó que las jóvenes españolas prefieran mayoritariamente la penetración a la autoestimulación. Pam resultó un desmadre de imaginación, y luego una poetisa del disparo, como su propio nombre de guerra, porque Pam habrá cometido errores bastantes, pero nunca el de cambiar de estilo, que empezaba en la verdad, y en la verdad se acababa. Hasta que ha venido Sánchez a ponerla en la calle, porque Pam va incluida en el portazo completo a Montero y Belarra. La verdad, en el panorama político, viene siendo una luminosa anomalía, y en eso se ha empleado Pam, tan contenta, soltando a quien quiera oírla que la regla es «efectivamente patriarcado» y grabando vídeos con las colegas de cónclave de partido como quien consuma un cumpleaños en la peluquería de pandilla. Metió a Rocío Carrasco, antes Rociíto, en campaña reivindicativa, y ha hecho mucho cántico de las lesbianas con pene, y de las lesbianas con vagina. Ya irán viendo ustedes que hemos perdido a una gestora, pero sobre todo a una musa del lenguaje, que no practica sino el descarrilamiento verbal y la euforia lingüística, como los vates muy puestos de vitamina. Hay muy poca gente como Pam, que a ratos parecía una ministra de 'Sálvame', y otros ratos una fiscala de las corseterías, interiores y de las otras. Como los surrealistas, logró de la errata un hallazgo. Como los surrealistas, y tantas folclóricas. Se nos despista una musa. Y los líricos de contraportada perdemos tajo. Daba inspiración, daba hipérbole. Recreo.

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