CABEZA FRÍA

La temeridad de jugar con las pensiones

Pedro Sánchez ha cruzado una peligrosa línea al no poner remedio a la caída del decreto ómnibus solo para echarle la culpa al PP

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La guerra del relato iniciada por el Gobierno para echarle la culpa al PP de la caída del decreto ómnibus, con agitación de los sindicatos y de la calle incluida en lugar de hacer otro decreto-ley, es una estrategia peligrosa. Jugar con las ... cosas del comer por pura estrategia electoral dispara el cabreo social y mina la confianza en los políticos, que en España ya es bastante baja. El barro del «y tú más» o «la culpa es tuya» harta a los ciudadanos y solo sirve para que crezcan la antipolítica, los populismos y la polarización. Es lógico. Si los partidos fuertes no arreglan los problemas del país y además generan otros porque se dedican a ir a lo suyo, lo siguiente es buscarles sustitutos. Pedro Sánchez no lo está midiendo adecuadamente o, si lo está haciendo, está yendo demasiado lejos en su temeridad porque a la derecha del PP está Vox pero a la izquierda del PSOE está Podemos. Y no puede descartarse que para la siguiente cita electoral eclosione algún otro.

Los ciudadanos pagan a sus gobiernos para que gobiernen, no para que le echen la culpa al de al lado cuando no son capaces de hacerlo. Si toca subir las pensiones, prorrogar los descuentos al abono transporte, o pagar las ayudas a damnificados de desastres como la dana o el volcán de La Palma, el Gobierno es el responsable de que se haga en tiempo y forma, sin sobresaltos para la gente. Para eso, le toca buscar y asegurar una mayoría parlamentaria para poder aprobar sus propias medidas.

Pedro Sánchez lo sabe perfectamente pero ha dado prioridad a arrastrar al PP a su fracaso aunque sea a costa de no subir pensiones, perder rebajas a abonos y no pagar ayudas porque es muy consciente de que la principal arma que tiene Alberto Núñez Feijóo para robarle votantes es presentarse como mejor gestor que él. Y en esta estrategia hay que entender que Sánchez haya decidido ir con todo, y llegar al colmo de la imprudencia utilizando a los sindicatos para canalizar el enfado de los ciudadanos hacia los populares. Comisiones Obreras y UGT no han salido a la calle para defender a la asfixiada clase media en toda la legislatura pero se manifestarán el domingo que viene para expresar su «rechazo absoluto» al «ejercicio de oportunismo político con elevadísimos costes sobre las espaldas de la ciudadanía» de PP, Vox y Junts. Hombre, por favor.

Feijóo no lo tiene fácil para no verse arrastrado al barro porque, evidentemente, si le atacan tiene que defenderse. Y en el momento en que entra en la batalla del relato abierta por Sánchez, muchos ciudadanos se pierden en el ruido, que les hace parecer a ambos iguales aunque no lo sean. A Génova le toca pensar en una estrategia que le sirva de antídoto y que tendrá que ser machacona sobre la idea de que al líder popular, a diferencia del socialista, le importa más el bienestar de los ciudadanos que las estrategias políticas. Es un desafío porque implica anteponer el bien común al propio y, además, explicarlo muy bien. Es cierto que Vox espera cualquier oportunidad para lanzarse a por los votantes más duros del PP. Pero la mayor temeridad sería dejarse arrastrar por Sánchez.

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