cabeza fría

¿Hasta dónde llegará Feijóo con Sánchez?

Génova debe decidir si solo quiere la foto del líder socialista en la comisión de investigación o si aspira a algo más

A ERC se le agota el cuento de Pegasus

El peligro no es Begoña, es Podemos

Aestas alturas, es de suponer que Alberto Núñez Feijóo ya le ha tomado la medida a Pedro Sánchez y conoce su desprecio por las instituciones. A estas alturas, debe de saber, por tanto, que el jefe del Gobierno no va a responder a las preguntas ... que le haga la comisión de investigación del Senado. El socialista no contestó al juez Peinado y no responde al líder de la oposición en el Congreso, como para pensar que va a cambiar de actitud y ponerse a rendir cuentas ante un grupo de senadores. Además, ¿por qué iba a hacerlo? Comparecer ante una comisión de investigación ha mutado a hacer acto de presencia, soltar un discurso de autodefensa y entrar en modo silencio hasta que acaba la sesión. Desde hace tiempo se tolera absurdamente que la obligación de comparecer –artículo 76 de la Constitución– se interprete como un deber de asistencia y no como un deber de colaboración. Las comisiones de investigación se han frivolizado tanto que el objetivo parece haberse reducido a conseguir la foto del personaje sentado en el sillón de los comparecientes con rictus por escuchar una cascada de preguntas incómodas mientras los interrogadores intentan lucirse ante las cámaras. Desde el punto de visto de la averiguación, su razón de ser, se han vuelto bastante inútiles.

Si Feijóo se conforma con eso, puede cruzarse de brazos, esperar a que el Senado cite a Sánchez y se precipite la escena descrita en el párrafo anterior. Pero si quiere que esa comparecencia sea útil para la investigación debería tomar medidas. La primera, estudiar y decidir cuál debe ser la respuesta de la comisión de investigación si Sánchez anuncia que no va a contestar a ninguna pregunta de los senadores.

¿Se le va a exigir que invoque, al menos, una causa para ello? Y si lo hace, ¿se va a reunir la Mesa para evaluar si esa causa le da cobertura para no contestar a nada o solo a algunas materias? La distinción es crucial porque el matrimonio del presidente con Begoña Gómez le otorga el derecho a no contestar a las preguntas relacionadas con los negocios de ella, pero no le permite eximirse sobre las cuestiones relacionadas con los sobres del PSOE a José Luis Ábalos ni sobre las mordidas en los contratos de obra pública del escándalo Santos Cerdán. Para no responder sobre esto, Sánchez debería acogerse a otro derecho, el de no declarar contra sí mismo pero ¿el Senado le exigirá que lo invoque públicamente?

La segunda vez que un jefe del Gobierno en activo comparece ante una comisión de investigación y la primera que lo hace por su posible responsabilidad en el caso es el momento perfecto para devolver la utilidad a estos órganos porque su equivalencia a funcionario público le obliga a colaborar. Si al PP le queda alguna duda lo tiene tan fácil como modificar el Reglamento del Senado para clarificarlo que para algo tiene mayoría absoluta.

Así pues, ¿se permitirá que Sánchez llegue a la Cámara, se proclame víctima de una persecución y se niegue a contestar? ¿O se le exigirá que colabore bajo la advertencia de incurrir en desobediencia y acabar ante el Tribunal Supremo? Entre estos dos caminos debe elegir Feijóo y no debe tardar mucho.

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