el batallón
Torres da las campanadas
Qué mayor infamia que los prescriptores de lo que es democrático o no sean los herederos de una banda terrorista que asesinó a casi 900 españoles
Patriota de sí mismo
Los miserables
Cual Ramonchu García sin capa o Pedroche sin transparencias por Nochevieja, se plantó el otro día Ángel Víctor Torres en una azotea de Sol para dar la campanada de que él acaba de incluir en el Inventario de Lugares de la Memoria Democrática a ... la Real Casa de Correos, actual sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid, por ser una parte esencial del franquismo. Le faltaron al ministro para tan trascendental anuncio los típicos fuegos artificiales (cachis... era de día), el champán (o mejor cava, que los socios 'indepes' aprietan) y la algarabía, el confeti y los matasuegras de una plaza atestada de una multitud que jaleara la buena nueva del sanchismo. El mencionado Inventario es una especie de batiburrillo que conoce tres siglos por el que van apareciendo desordenadamente una treintena de hitos, personajes o edificios que el sanchismo asocia al «lado correcto de la historia», desde Torrijos y Riego (el del himno) hasta Mariana Pineda con su bandera republicana, pasando sin orden ni concierto por Robert Capa, los curas 'rojos' de Entrevías, los enterrados en el Panteón de Hombres Ilustres (redenominado Panteón de España), la mina asturiana de Calamocha, los abogados asesinados en la calle Atocha, el Valle de los Caídos (resignificado como valle de Cuelgamuros), las ciudades de Éibar (como primera ciudad donde se proclamó la II República) y Guernica, las tapias del cementerio de La Almudena y, cómo no, la Real Casa de Correos, pilar fundamental del catálogo pues se trata de que la gente asocie a Ayuso con el franquismo y con la represión del pueblo. Ese es el fondo del asunto y la razón por la que el ministro Torres, muy cuco, se llegó hasta la azotea de Sol para que su anuncio no pasase desapercibido y asociar al despacho de la presidenta madrileña con un centro de tortura.
La ley de Memoria Democrática (lamentable opúsculo a la memoria histórica que Zapatero se sacó de la manga para que el bando republicano ganara finalmente la guerra) cuenta con el pecado original de que fueron los proetarras los que guiaron el propósito de los socialistas. Qué mayor infamia para cualquier país que los prescriptores de lo que es democrático o no sean los herederos (el 'talde' político) de una banda terrorista que asesinó a casi novecientos españoles. Y a partir de ahí, de ese despropósito, todo lo demás resulta casi intrascendente. Está en la lista la Real Casa de Correos pero no está el Palacio de El Pardo, donde la lucecita y donde Franco tenía su residencia y su despacho, viga maestra del franquismo. Está sin embargo el Pazo de Meirás (a punto de ser aprobado el expediente), residencia estival de su familia, hogar que fuera de Emilia Pardo Bazán, una gloria nacional de las letras, cuyo único hijo varón, Jaime Quiroga, y su nieto Jaime, fueron asesinados, mira tú por dónde, por milicianos de la FAI en las siniestras 'brigadas del amanecer' del bando republicano en el parque de la Bombilla de Madrid en los peores días del llamado 'terror rojo'. Prueba esto la hemiplejia ideológica y sectaria que inspira el adefesio de la Memoria Democrática de Torres y del sanchismo, turrón del duro y a destiempo para desdentados y desmemoriados.