el batallón
Sala de despiece
«¡Sálvame!», le gritó Sánchez a Belén Esteban, una vez que fueron apareciendo las 'sobrinitas' de Ábalos y toda esa pestilente sensación de corrupción familiar
Abandonen toda esperanza, Sánchez terminará la legislatura pues ni él ni sus variopintos socios van a dejar la fortaleza donde aún sobreviven, ya saben, ese muro que levantó el mismo día de su segunda entronización (al menos, él se la tomó así) para, cual arca ... de Noé en misión redentora, recoger allí las especies políticas destinadas «a salvar la democracia», casi todas con una intolerancia severa al concepto España, algunas incluso con un historial criminal, con esos casi novecientos muertos a la espalda y lanzando 'irrintzis' de victoria según iban entrando por las puertas de la atalaya sanchista en su condición de socios preferentes.
Conviene abandonar toda esperanza, decimos, porque ninguno de ellos -ni al llamado 'Galgo de Paiporta' y a los dueños que tiran de la correa, esa cuadrilla de costaleros- les interesa que se acabe el tinglado que tienen montado dentro del muro, ninguno se arriesga a perder protagonismo, machete en mano, en la gran sala de despiece donde se descuartizan la democracia española y los principios constitucionales acordados hace casi cincuenta años: la división de poderes, la toma de control total de las instituciones del Estado y la agresión a la libertades que creíamos consolidadas. Ya saben, esas pijadas...
El desnorte es total. El último ejemplo de los cartuchos israelíes (ahora sí los compro, ahora no pero termino pagándolos sin poder utilizarlos) define perfectamente el desconcierto general, el caos en la gobernación un año después de aquella carta tramposa del esposo enamorado, con trazas de chantaje a los españoles, que terminó siendo una reivindicación unilateral de sí mismo. Desde entonces, todo es fango y fachosfera fuera del muro, mientras se abre la puerta del castillo a la 'princesa del pueblo' y su 'troupe' de saltimbanquis y gorgoteros televisivos. «¡Sálvame!», le gritó Sánchez a Belén Esteban, una vez que fueron apareciendo las 'sobrinitas' de Ábalos, camisa vieja del sanchismo, y toda esa pestilente sensación de corrupción familiar rodeándole, ahora que los jueces van consolidando los indicios contra los trajines comerciales de Begoña (toda un 'influencer' en el Consejo de Ministros) y contra el hermano músico que, vaya por Dios, no sabía dónde estaba su puesto de trabajo. Desde entonces, cien votaciones perdidas en el Congreso, donde no quiere llevar los Presupuestos, la ley más importante del año e ineludible mandato constitucional, porque es consciente de que al final es un hombre solo que se tiene que conformar con Chiqui Montero tocándole las palmas-en formato 'cómo me las maravillaría yo'- y Paxti López ronqueando a los coros tanto como al final de cualquier cuchipanda en un 'txoko' de esas que se te junta el almuerzo con la cena. Abandonen toda esperanza pues ninguno, como decimos, se arriesga a perder la posición en el desolladero. Y si para ello se tienen que poner a dieta solo de sapos y culebras, pues uno se los zampa y santas pascuas. Que fuera del muro o te congelas o te achicharras.