EL BATALLÓN
Puente y el tugurio
Nunca hasta ayer se vio ese desprecio a las instituciones en una sesión de investidura
Debió echar un vistazo al elenco y entre los 121 diputados de su elenco eligió sin duda al que tiene una perfil más camorrista forjado en la jungla de las redes sociales, apenas un tuitero venido a más. «Este no, esta tampoco, Patxi ni de ... coña que se lía, este tampoco, a ver... Óscar Puente tiene que ser». Y lo cierto es que donde puso el ojo puso Sánchez la perdigoná y acertó de pleno con su objetivo de sumir hasta lo más hondo el desprestigio a las instituciones, de embarrarlas hasta el cuello al convertirlas en una mohosa herramienta más del proyecto sanchista. Cumplió Puente (con traje y calzado más bien deportivo, como salía Milikito en VIP noche) con el objetivo que le encomendó Sánchez, enfangar el debate de investidura con un tono macarra, faltón de cabo a rabo, cambiando el argumento por el denuesto, confundiendo en fin la Cámara donde se asienta la soberanía de los españoles con un tugurio donde dar rienda suelta a sus ocurrencias.
Esperar otra cosa de Puente era pedir peras al olmo. Por eso no conviene volver a mirar el dedo (Puente y sus chistes) y no al satélite (el Sánchez rey-sol) -ahora que Yolanda Díaz nos ha metido en el escapismo espacial-, pues el responsable de todo es Sánchez, es el señor del pantano que con su desprecio final a las instituciones después de haberse convertido en una especie de césar de todo a un euro, narciso en la orilla del río, que se permite el lujo de despreciar un mandato del Rey (el jefe del Estado, como le gusta decir a él), que fue quien les convocó para la investidura de Núñez Feijóo. Tras esas risotadas tardoadolescentes con la que Sánchez reaccionaba a las ocurrencias de Puente se escondía finalmente una cobardía política que encaja con el tenebrosos secretismo con que está jugando con la igualdad de los españoles al negociar la soberanía de la nación con partidos que quieren dinamitarla. Nada queda del PSOE, todo es sanchismo. Puente y el tugurio.
Nunca hasta ayer se vio ese desprecio a las instituciones en una sesión de investidura, nunca se hundió hasta profundidades tan abisales el respeto que merece el hogar donde reside la soberanía de los españoles, convertido por Sánchez en chiribitil intrascendente, en un simple lacayo al servicio el sanchismo.