el batallón
Su primera colonia...
El sanchismo es el triunfo del pensamiento sectario que con la arrogancia del maestro Ciruela trata de compensar su pensamiento pueril
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Iniciar sesiónUrtasun convertido en aquella Tita Cervera encadenada a un árbol y gritando «no a la tala»... El sanchismo es una inagotable fábrica de imágenes sorprendentes, entre lo despiporrante y lo verdaderamente grave, como que el país lo venga a dirigir desde Waterloo un prófugo de la Justicia ... que maneja a su antojo a un títere empeñado en vivir en La Moncloa. Que el ministro de Cultura haya forzado un choque con Ayuso y Almeida por la tala de unos árboles en Madrid, necesaria para la ampliación del Metro de la que se beneficiarán cientos de miles de usuarios del transporte público, alista de inmediato a Urtasun entre los guardianes del 'muro de Sánchez', junto con el inabarcable Puente, el poliministro Bolaños, la médica madre ministra García y la desbordante Alegría, todos a las órdenes de Chiqui Montero, tiktokera, sandunguera y vicepresidenta primera, que todo rima en ella. Como buen sectario, Ernest Urtasun parece dispuesto a meterse en todas las camisas de once varas que pueda, entrando a codazos en cualquier debate, chapoteando en todos los charcos en un intento demasiado descarado por hacerse famoso con urgencia, de que se note su augusta y progre presencia. Lo mismo se viste de indigenista y equipara las atrocidades del Congo belga con la fundación de la primera universidad de la América española más de tres siglos antes; de feroz antitaurino deseoso de que se prohíban los toros o de ecologista urbano contrario a la tala de unos árboles. Tiene a quién salir Urtasun, pues llega a la alta política nacional de la mano de Yolanda Díaz, madre y maestra de todos los sumatorios zarramplines, esos que apenas saben contar con los dedos –para los que medio lustro no son dos años y medio sino «veinticinco años»– pero cuya jactancia les lleva a alardear de una alcurnia intelectual, ética y moral muy superior a la del resto de los mortales. Solo un régimen tan desahogado e irresponsable como el sanchismo coloca de ministro de Cultura a un proselitista de la 'leyenda negra' de la eficacia de Urtasun, un especialista en hablar muy mal de España, de desfigurar su pasado e infravalorar su obra y sus gestas. Porque solo un zopenco puede equiparar el pasado colonial del Reino Unido, Francia o Bélgica en el siglo XIX y principios del XX con, por ejemplo, la Real Provisión emitida por Isabel I de Castilla el 20 de julio de 1500 en la que la Reina católica prohibía la esclavitud y ordenaba «tratar a dichos indios muy bien y con cariño, y abstenerse de hacerles ningún daño, disponiendo que ambos pueblos debían conversar e intimar y servir los unos a los otros en todo lo que puedan», como ya se dictaba la real cédula de 1493. En 1493, Urtasun, en 1493... y ya entonces eran virreinatos, nunca colonias.
Urtasun convertido en aquella Tita Cervera encadenada a un árbol y gritando «no a la tala» –decíamos al principio– no es más que el epítome perfecto del estrafalario perfil de la mayoría de los personajes que nutren la vanguardia política del sanchismo, el triunfo del pensamiento sectario que con la arrogancia del maestro Ciruela trata de compensar su adoctrinamiento pueril y ágrafo. Su primera colonia... Chispas.
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