el batallón
Mucha plancha, Yolanda, mucha plancha
Tras el «alivio penal» a mil y pico agresores sexuales, el sanchismo no puede presentarse como defensor de las mujeres en el caso Rubiales
Catavenenos (24/8/2023)
Como en Caracas...por la derecha (17/8/2023)
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Iniciar sesiónQue el Gobierno de Sánchez trate de abanderar, caso Rubiales-Hermoso mediante, la lucha contra la violencia hacia la mujer supera con mucho la hipocresía y se adentra en los terrenos de la cantería industrial pues hace falta un rostro de naturaleza granítica para presentarse ... ante la sociedad como adalid en esta justa después del «alivio penal» que el sanchismo le ha procurado, dadivoso e irresponsable, a más de mil agresores sexuales, alguno de los cuales auténticos depredadores venéreos, como el violador detenido recientemente en Dos Hermanas tras ser puesto en libertad gracias a la ley del 'sólo sí es sí'. Escuchar a Yolanda Díaz abanderando el discurso indignado que ha seguido al beso de Sidney y al resto del estropicio generado por esa especie de 'príncipe de los patanes' que es Rubiales, provoca sonrojo, porque ella incluso votó en contra de corregir la ley pese a que por entonces, seis meses después de su desastroso alumbramiento, ya se sabía que cientos de violadores iban saliendo a la calle antes de tiempo. La irresponsabilidad y la soberbia, amén del mencionado rostro granítico, suelen formar un trinomio imbatible del político que se tiene en tan alta estima que la soberbia le impide asomarse a la realidad en un rapto de humildad, de contrición laica si se quiere, tras haber ofendido a la sociedad.
Tampoco puede Sánchez presentarse ahora como el garante de la limpieza en la Federación después de que el primer Franco (José Manuel) que mandó en el Consejo Superior de Deportes no hiciera absolutamente nada por apartar a Rubiales cuando las acusaciones de corrupción pasaron de la lluvia fina al aguacero, algunas relacionadas incluso con el allanamiento de los derechos de la mujer, como el fiestón con chicas de apenas 18 años en Salobreña, como el viaje con su amiga la pintora a Nueva York y como las comisiones millonarias por llevarse la Supercopa de España a ese 'paraíso' de los derechos de la mujer que es Arabia Saudí. Eran los tiempos de Rubi y Geri, pareja en los negocios, uña y carne comisionista por aquí... y por Alá, por donde haga falta. Eran, en fin, los tiempos en que Rubiales parecía un protegido de Sánchez, una especie de 'intocable' ante quién nadie movía un dedo pese a la gravedad de muchas de las sospechas y de algunas de las certidumbres.
Se le acumulan la explicaciones al Gobierno tanto en la dilación en mirar con cierta atención a lo que estaba ocurriendo en la Federación –que representa a España en todo el planeta fútbol– y en ningún caso debiera alardear, entre jactancioso y soberbio, de su presunta condición de defensor de las mujeres. En la montaña de ropa aún sin planchar, lo primero es pedir disculpas y solidarizarse con el miedo que pasó la muchacha de Dos Hermanas después de que sólo gracias a ley del 'sí es sí', esa que Díaz se negó a corregir, el canalla del violador volviese a las andadas.
De tanto intentar lavar la imagen de 'indepes' y proetarras, al sanchismo se le ha olvidado quitar las arrugas a su discurso y a su gestión pese al magisterio mostrado por Yolanda con la plancha en la mano.
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