el batallón
Patriota de sí mismo
Sostiene Sánchez que «la paz no significa ni olvido ni impunidad». Eso en Gaza y con los judíos, porque en Cataluña él mismo indultó y amnistió a los golpistas
Los miserables
Lo que también abrasa el fuego
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónPoco a poco, paso a paso, Sánchez consolida su idilio patológico con la mentira. Está al menos tan «profundamente enamorado» del embuste como confesó estarlo de Begoña en la 'Primera epístola a los flipenses' (de flipar) con la que asombró al mundo. Miente con ... tal soltura, con tanta agilidad, que a estas alturas ha llegado a crear una metarrealidad en la que tanto el ser como la sustancia aristotélicos están subordinados a ese universo particular pavimentado de engaños, abulencias y falacias. Miente con tanta naturalidad que él mismo llega a creerse el chaparrón de trolas con las que anega su acción política. El otro día, en la radio –«si algo pasa está la Ser»– no dudó en falsificar su respuesta (como falseó su tesis doctoral) para salir del paso a por qué no había felicitado el Nobel de la Paz a María Corina Machado –«no suelo pronunciarme», dijo–, cuando en realidad lo hizo antes en media docena de veces a quienes consiguieron antes ese galardón: a saber, Denis Mukwege y Nadia Murad en 2018, a Abiy Ahmed Ali en 2019 y al Programa mundial de alimentos de la ONU en 2020, a Malala Yousafzai y Kailash Satyarthi en 2014, al Cuarteto para el Diálogo nacional en Túnez en 2015 y al expresidente de Colombia Juan Manuel Santos en 2016. ¿Y por qué Mukwege, Murad, Ahmed Ali, el Programa alimentario, Malala, Kailash, el Cuarteto tunecino y el colombiano Santos tuvieron esa suerte? No fue porque se alegrase ni considerase que era una avance para la paz en el mundo ni porque le importe una higa la labor que desempeñan, no, lo hizo por quedar bien (siempre Narciso) y porque el Nobel a Machado le estropea su relación, vía el lobista de Zapatero, con Maduro, pues el sanchismo coadyuvó para que el régimen chavista consolidase el atraco de las últimas elecciones en Venezuela al sacar del país a Edmundo González, el ganador de esos comicios.
Sostiene Sánchez que «la paz no significa ni olvido ni impunidad». Eso en Gaza y con los judíos de por medio, porque en Cataluña él mismo indultó y amnistió a los independentistas que trataron de dar un golpe de Estado en 2017, de los que se valió para realquilar La Moncloa (razón Waterloo) para otros cuatro años, después de mantener en toda la campaña electoral que no los amnistiaría. En ese grupo de caseros también se hallan, pasando al cobro el recibo mensual, Otegi y sus compinches («con Bildu no vamos a pactar nada, si quiere se lo digo veinte veces») frente a los que Sánchez ha decidido olvidar los casi novecientos asesinatos y los miles de atentados de ETA.
Y cuando no miente, todo lo lleva al terreno personal para provecho del bruñido de su enorme ego con Sidol. «Son las cinco y no he comido», «Yo estoy bien», «Si quieren ayuda, que la pidan» definen al personaje, tanto como llamar a Trump «jefe de la internacional ultraderechista» y luego correr a estrecharle la mano y sonreírle en Sharm el Sheij, en el mar Rojo, al día siguiente de que sugiriera que había que echar a España de la OTAN. Patriota de sí mismo.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete