el batallón

Júbilo en Waterloo

Alegría a raudales en las herriko tabernas, en los chiringuitos del tinglado 'indepe'... y en sedes del PSOE

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Cuando hoy a eso de la una y media el Pleno del Congreso tumbe la investidura de Alberto Núñez Feijóo será fiesta mayor en Waterloo. También lo será en las herriko tabernas, donde quizá habrá rondas de chacolí y pacharán para todos, hasta vaciar la ... bodega, mientras se rompen ritualmente aquellas huchas azules de la cuestación para los 'gudaris' presos, pues ya jamás serán necesarias. Y también estarán lógicamente de fiesta los asesinos de la banda en las cárceles vascas al ver más cerca el 'ongi etorri', con 'aurresku' e 'irrintzi', que les dispensarán en sus pueblos cuando llegue allí como 'héroes'. «Presupuestos por presos«, dejó dicho Arnaldo, el de los secuestros. Un júbilo incontenible habrá asimismo en las células de los CDR de los 'països', esos chicos del aceite, los clavos y el material explosivo escondidos en la cochera a los que aquel mosso no fue capaz de convencer de que «la república no existe, idiota». Entusiasmo seguro en los locales de Òmnium Cultural y en la autodenominada Asamblea Nacional Catalana donde puede que anden invitando a gambas a los socios. Tanto regocijo habitará en ellos como en ese rollo digital-activista de Tsunami Democrátic (sección Pep Guardiola) y en todas las embajadillas separatistas abiertas allá por el ancho mundo con el dinero de todos los catalanes. Esa exultación general incontenible en la facción 'indepe' es, eso sí, directamente proporcional a la desolación que inundará los despachos de abogados de Cataluña (minutas que se esfuman) que defienden a los cientos de procesados por participar de alguna manera como fuerza de choque en el golpe del 1-0, pues sus hasta ahora clientes serán beneficiarios de la amnistía vendida por Sánchez en almoneda. No hará falta ni indultarlos.

En este ir y venir por los beneficiados y perjudicados a pie de calle con el resultado de la votación de hoy en el Congreso aparecen también los policías y guardias civiles encausados por defender la legalidad en aquel 1 de octubre de 2017, a los que tanto Marlaska (su jefe) como Sánchez (el jefe de su jefe) llegaron a llamar despectivamente «piolines» en el Congreso.

Deberá reinar también una inabarcable felicidad en las sedes del PSOE, al menos si nos atenemos al genuflexo ademán de sus diputados tras escuchar, en dos o tres lenguas, a proetarras y separatistas que con la amnistía no les vale y que si Sánchez quiere seguir durmiendo en La Moncloa habrá autodeterminación para Cataluña y, de corrido, para el País Vasco. Su idea es que antes de 2027 lo que quede de España linde con cuatro repúblicas (Portugal, Francia, Catalunya e Euskal Herria, con Navarra fagocitada), una monarquía (Marruecos) y un principado (Andorra). Y ninguno de los 121 socialistas rechistó o torció el gesto cuando escuchó a Rufián planteando el chantaje. Ni uno. Todos encantados con que sus simpáticos socios pasen el buldócer a la Constitución y orgullosos con la actuación 'estelar' del camorrista pucelano tras el que se escondió el diputado silente del banco azul, el de las risitas bobaliconas que en vez de dar la réplica y la cara en la investidura se entretuvo mirando el móvil, como ese niñato que se enfurruña y esconde en el metaverso cuando recibe una bronca en casa.

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