el batallón

El feriante

El sanchismo es lo más parecido a la feria que, con todos sus avíos, se monta en cualquier rincón del país coincidiendo con las fiestas del pueblo

De garajes y 'butifarras'

Definitivamente apocalíptico

Dice Félix Bolaños –que en el sanchismo oficia de triministro y jurisperito de guardia– que la acusación popular se ha convertido en España en una «feria de ultras». Puede, pero habida cuenta de que su partido ha batido todas marcas peninsulares de utilización de ... esta herramienta procesal en los juzgados, la gran mayoría de las veces con un diáfano objetivo político de arrearle al PP, habremos de concluir que el primer feriante es el PSOE. Y ya que los socialistas sostienen que su partido es el que más se parece a España, tracemos por tanto un nuevo paralelismo y concluyamos que el PSOE es ahora lo más parecido a la feria-tipo que, con todos sus avíos, se monta en cualquier rincón del país coincidiendo con las fiestas patronales del municipio.

Veamos. Sánchez es el dueño de la tómbola a la que se acercan, frotándose sus manos avarientas cual Mr. Scrooge, los socios del Frankenstein para reclamar el premio que le ha salido en los boletos. Mientras suena el 'Venao' o 'Cuando zarpa el amor' por la megafonía de la 'calle del infierno' y una brisa de fritanga inunda el recinto, locuta la sesión tombolera Pilar Alegría que como dice su apellido está loca de contenta de narrar que en la feria del sanchismo el Perrito Piloto es, por ejemplo, el concierto de los dineros para Cataluña (como exigía ERC); que la muñeca Chochona es el alivio penitenciario para los asesinos etarras (como ordenó Bildu); que la yogurtera 2.0 es la amnistía (a demanda del fugado en Waterloo) o que a bici con ruedines y timbre para el chaval es la gestión de la Seguridad Social y el palacete parisino del Instituto Cervantes, que últimamente ha apañado el PNV en su tradicional rasca y gana.

En el Tren de la Bruja, los que sacuden los escobazos a traición y cuando menos te lo esperas son los óscares, Puente y López, que hacen doblete y cuando se hartan de darle a la escoba se acercan a los coches de choque para embestir a todo aquel que no se avenga a comulgar con la enorme rueda de molino del sanchismo, como aquellos macarritas que echaban la noche topando y topando con una saña impropia de la diversión y más cercana a una pelea barriobajera. Al frente del puesto de tiro está sin duda Tezanos, veterano armero mayor de escopetas de feria, con más tiros pegados que la ventana de un bosnio, por su inextinguible capacidad para no atinar en ninguno de los barómetros electorales. Por lo inane en el fondo y formalmente empalagoso, despacha el algodón de azúcar multicolor Yolanda Díaz, entre lo naif y la barricada, mientras que en el puesto de los churros se turnan un cerro de ministros, si bien esta semana están de guardia Isabel Rodríguez y Bustinduy, cuyos planes habitacionales y contra la pobreza son una ristra de tejeringos.

Y, claro, inspira toda la feria que el sanchismo tiene montada en España, Marisú Montero, aspaventera, exagerada hasta la desmesura y con esa pulsión populachera y ordinaria que le lleva a arrancarse por Gracia Montes con la copla que le escribió Rafael de León: «Si sabes de verdá que yo te quiero, alégrame la ví'a, compañero, y déjate de penas y miseria', que yo, quieras o no, soy una feria, soy una feria, soy una feria».

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