el batallón
«Dientes, dientes; que eso es lo que más les j...»
La sonrisa de Begoña Gómez en palacio no es más que una mueca de burla de la jactancia que define al sanchismo
Fuese y no hubo nada
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Iniciar sesiónLa secuencia de Begoña Gómez, exultante y repartiendo sonrisas desde el 'front row' de los fastos en el Palacio Real por el decenio de Felipe VI sintetiza el hercúleo esfuerzo del sanchismo por lavar la imagen que tanto contribuyó Sánchez a enlodar, convirtiendo lo ... que era un asunto doméstico en una noticia que, con su fuga de cinco días y la primera epístola petrina del amante esposo, logró hacerse un hueco en los medios de todo el mundo, hueco pequeño, no vayamos a exagerar el microscópico perfil de un personaje como Gómez, que, eso sí, pasó a ser una presunta corrupta.
Parecía encantada la parienta de Sánchez anteayer, casi tanto como cuando, también en palacio, se coló con su Pedro en el besamanos de los Reyes en el primer 12 de Octubre de ambos. Quizás hasta merodease por la fontanería de La Moncloa sugerir a la Casa Real (la «querida Casa Real del PP» en palabras de ese talento inmarcesible conocido como Patxi López) que entre los diecinueve galardonados y por el País Vasco, pues nació en Bilbao, estuviese Begoñísima como representante de la España «acosada y perseguida por la fachosfera y en homenaje a la resiliencia feminista y de progreso que definen al sanchismo redentor». No pudo ser y Begoña y su marido se tuvieron que conformar con una ración de barridos de cámara de RTVE en primera fila, con sonrisa en formato pantojil: «Dientes, dientes, que es lo que más les j...». No llegó la cosa a la entrega de cuando Sánchez se la llevó al mitin del PSOE en Benalmádena y la gente empezó a corear «¡Begoña, Begoña, Begoña!». Y no sería por la ausencia de sanchistas en el Salón de Columnas de palacio, pues hasta le pusieron una silla a Baltasar Garzón, que apócrifamente podía haber acudido al acto como representante de los españoles condenados por prevaricación, que hay un cerro de ellos por aquí. Por cierto, ya está tardando 'el hombre que veía amanecer' desde la gasolinera en volver a acudir en amparo al TC, ahora que aquello más que un tribunal de garantías es 'casa Cándido', para ver si le quitan lo de la prevaricación ahora que a Maleni («antes partía que doblá») Pumpido le ha borrado el delito de los ERE para tener coartada cuando haya que sentenciar sobre Chaves y Griñán.
La sonrisa de Begoña en palacio, retransmitida en directo para toda España, no es más que una mueca de burla de la jactancia que define al sanchismo, que se siente muy por encima del bien y del mal, de la igualdad ante la ley y de lo que haga falta, y que unge a sus protagonistas como «intocables del nuevo régimen», condición que diferidamente ha tratado de conseguir para sus socios parlamentarios con la amnistía al borrar de un plumazo todos los delitos que cometieron durante el golpe de Estado de octubre del 17. La risa, como vemos, va por barrios. Y entre el «dientes, dientes» de Begoña a su Cachuli, vimos en palacio ese desvergonzado choque de manos de ¡misión cumplida! entre Sánchez y García Ortiz, su obediente lacayo en la Fiscalía, que asustaría al mismísimo espanto y que tristemente nos señalan un camino que a este paso termina en Venezuela.
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