el batallón
Camiseta con mensaje
El sanchismo nació con el pecado original de la corrupción total (económica, moral y política), que una década después deja escrito en el aire su 'manual de pestilencia'
Una canallada
Jindama o sanseacabó
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Iniciar sesiónRápidamente, al ver que Ábalos salía al portal a dar explicaciones, con ese atavío de andar por casa, la gente asoció la camiseta en la que se leía Orlando a una de esas prendas que compran los turistas la víspera de volver de unas ... vacaciones como testimonio de que se ha estado allí. Ayudaba a que eso se coligiese que bajo el Orlando pusiese Florida y bajo este topónimo, USA. Pero no, el 'out fit' elegido no va por ahí. Tras el registro de diez horas, diez, por parte de la UCO en su domicilio en busca de pruebas de posibles rastros de sobornos, astillas, bajines, untadas o coimas, Ábalos, con ese punto jodón que se aferra a la socarronería de quien tiene más tiros pegados que el Virginiano, nos quería decir otra cosa. Como buen 'boomer' que conserva en la memoria vestigios de los lemas publicitarios que se hicieron populares cuando moceaba, quizá con lo de Orlando nos trataba de decir como en el anuncio, que «¡cuate, aquí hay tomate!». No en su domicilio, claro, que ya hace falta ser torpe y desahogado como para año y pico después de estallar el caso conservar el más mínimo papel que pudiera implicarle en una 'mangoleta'. No, el posible mensaje subliminal que quizá quiso mandar con esa camiseta es que no va a caer solo cogidito de la mano de Koldo, que el meollo corrupto alcanza a Ferraz y Moncloa, convertidos en sendos patios de monipodio donde pícaros, bribones, granujas, fontaneras, comisionistas y tunantes de todo pelaje se reunían para, al calor de poder, sacar tajada personal. Porque solo veinticuatro horas después de la camiseta de Orlando se conocía que Santos Cerdán cayó también en la tentación del trinque a manos llenas.
De los cuatro ocupantes de aquel Peugeot que recorrió España en 2016 anunciando el dichoso regreso del sanchismo redentor, solo queda Sánchez por pasar ante el juez, una vez que Cerdán acepte la amable invitación del magistrado Puente de declarar voluntariamente al estar aforado hasta ahora. Sus dos secretario de Organización, camino del banquillo.
Aquí hay tomate, claro, pero el tomatazo último y definitivo al sanchismo se lo va a dar ni más ni menos que el Tribunal Supremo de España, que está apuntando directamente a La Moncloa, toda vez que Ábalos en la fecha de autos (el momento del trinque masivo) era ministro del Gobierno de Sánchez y secretario de Organización del PSOE de Sánchez. Y que después de su sorpresiva salida del Ejecutivo y de Ferraz, y sin solución de continuidad en el arte de la mangoleta, le sustituyó Cerdán en el cargo en el partido y se encargó, presuntamente, de cobrar lo que le 'adeudaban' las empresas agraciadas con la obra pública.
Como sugirió esa camiseta de Ábalos, aquí hay tomate, por supuesto, porque el sanchismo tiene como pecado original la corrupción (económica, moral y política) con aquel amaño de las primarias de 2014, las primeras a las que se presentaba Pedro Sánchez, que en esta década no ha dejado de escribir en el aire su 'manual de pestilencia'.
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