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el batallón

Camiseta con mensaje

El sanchismo nació con el pecado original de la corrupción total (económica, moral y política), que una década después deja escrito en el aire su 'manual de pestilencia'

Una canallada

Jindama o sanseacabó

Álvaro Martínez

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Rápidamente, al ver que Ábalos salía al portal a dar explicaciones, con ese atavío de andar por casa, la gente asoció la camiseta en la que se leía Orlando a una de esas prendas que compran los turistas la víspera de volver de unas ... vacaciones como testimonio de que se ha estado allí. Ayudaba a que eso se coligiese que bajo el Orlando pusiese Florida y bajo este topónimo, USA. Pero no, el 'out fit' elegido no va por ahí. Tras el registro de diez horas, diez, por parte de la UCO en su domicilio en busca de pruebas de posibles rastros de sobornos, astillas, bajines, untadas o coimas, Ábalos, con ese punto jodón que se aferra a la socarronería de quien tiene más tiros pegados que el Virginiano, nos quería decir otra cosa. Como buen 'boomer' que conserva en la memoria vestigios de los lemas publicitarios que se hicieron populares cuando moceaba, quizá con lo de Orlando nos trataba de decir como en el anuncio, que «¡cuate, aquí hay tomate!». No en su domicilio, claro, que ya hace falta ser torpe y desahogado como para año y pico después de estallar el caso conservar el más mínimo papel que pudiera implicarle en una 'mangoleta'. No, el posible mensaje subliminal que quizá quiso mandar con esa camiseta es que no va a caer solo cogidito de la mano de Koldo, que el meollo corrupto alcanza a Ferraz y Moncloa, convertidos en sendos patios de monipodio donde pícaros, bribones, granujas, fontaneras, comisionistas y tunantes de todo pelaje se reunían para, al calor de poder, sacar tajada personal. Porque solo veinticuatro horas después de la camiseta de Orlando se conocía que Santos Cerdán cayó también en la tentación del trinque a manos llenas.

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