el batallón
Bochorno napolitano
El registro lingüístico del sanchismo sigiloso es más propio de la Camorra que de la segunda magistratura del Estado
La España mamarracha
¿Y si fueron los enchufes?
La Pájara, el Petardo, el Tocacojones, el Tronco, el Torpe... La chispeante y rica jerga del sanchismo gobernante para referirse a los suyos (no me imagino cómo se referirán en sigilo a quienes están al otro lado del Muro), recordaría al grupo que formaban el ... Chuli, el Cabra, el Pai y Carmina Ordóñez, si no fuera porque revela la ausencia del más mínimo resquicio de escrúpulo político y alumbra un registro lingüístico más propio de la Camorra napolitana que de la segunda magistratura del Estado. Encaja, no obstante, con el espíritu y la secuencia argumental de la «máquina del fango», la «fachosfera», los «pseudomedios lanzabulos», los «jueces que prevarican», la «política de casquería» (última entrada en el Diccionario de Enemigos del Sanchismo) y otras simplezas sintagmáticas con las que aún se pretende engañar al personal, que si en un principio conseguían su objetivo a estas alturas y con la cabeza llena de palabrería banal se convierten en la típica jerigonza de trilero, «dónde está la bolita», que pretende confundir al último pardillo que se acerca al tenderete.
José Luis Ábalos –a quién Sánchez tanto «echaba de menos» durante el eclipse de su amistad– ha dejado con el tafanario al aire a los integrantes del pelotón de fusilamiento (ministros, diputados y trompeteros de las ondas o del papel prensa) que La Moncloa ordenó formar entre el filosanchismo para ajusticiar –por revelar «conversaciones privadas»– a la UCO de la Guardia Civil y al juez del Tribunal Supremo, por las filtraciones que dejaban emerger a la Pájara, al Petardo, al Tronco y al Tocacojones, entre otros. Con la confesión de la autoría de la filtración, Ábalos les ha dejado un poco tarumbas a todos los que se echaron el fusil a cara pues ya no se pueden agarrar a ese clavo ardiente del supuesto delito para desacreditar el «interés general» de esas conversaciones con Sánchez. Y no eran privadas y sí de «interés general» porque sugerían comportamientos mafiosos para castigar financieramente a los ciudadanos de las autonomías comandadas por los barones que se habían declarado 'en rebeldía' respecto a la consigna de pactar con proetarras y separatistas con el fin de que Sánchez pudiera sobrevivir en La Moncloa. Eran de «interés general» porque, por ejemplo, trataban del rescate multimillonario, con el dinero de todos, de una empresa que financió luego los negocios particulares de la mujer del presidente del Gobierno. Y porque en aquel tiempo la 'banda de Transportes', con Ábalos convertido en el 'señor Lobo' del líder que arreglaba problemas en el partido, había montado un pestilente tinglado para enriquecerse vendiendo mascarillas 'fake' con dinero público en tiempo de pandemia, cuando morían todos los días centenares de españoles.
El Chuli, el Cabra y el Pai sólo se divertían en el chiringuito playero, no hacían mal a nadie. La Pájara, el Petardo, el Tocacojones, el Tronco, el Torpe, el resto del 'troupe' y el jefe que los motejaba abochornan a España. Como mínimo...
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