Suscribete a
ABC Premium

La Tercera

Otras epifanías (contra Camba)

El regalo de Reyes, el presente inverosímil, no proviene de las tiendas: llega de un espacio difuso. Esto constituye la clave de bóveda del espíritu navideño

Elogio del silencio

¿Dos años sin Benedicto XVI?

Carbajo & Rojo

Álvaro Cortina

En un poema sobre el invierno nevado, Georg Trakl concluye con estos versos domésticos: «En su pura lucidez resplandece/ el pan y el vino sobre la mesa». Ésta es la lucidez o brillo del hogar en el frío de la noche. No nos sorprende que ... lo inhóspito del exterior reduplique las seráficas bondades del calorcillo del hogar. Nada más natural. De hecho, desde el Adviento hasta Reyes, toda la sociedad moderna dedica sus energías a promover estas aureolas, brillos, barnices y calefacciones. La Navidad prodiga bombillas de miel, en los antípodas del flexo, de haz crudísimo, de las oficinas de la Agencia Tributaria. Gracias a los adornos navideños, estos días los alcaldes alteran las ciudades. Ahora una superficie ornamental cuasi coralina recubre, indistintamente, nuestros pasillos privados y nuestras estradas públicas. Pese a todo, siguen existiendo los no invitados a la felicidad de la gran casa de muñecas: transitan ante nosotros los sintecho. Así que, moralmente, es el tiempo de la cíclica exhortación a la concordia y a la caridad. También, teológicamente, alguien habrá de recordarnos el significado de la Venida y de la Epifanía de los pastores de Lucas y de los magos de Mateo. Son éstos «símbolo de la fe», recuerda el obispo Isidoro, «de los primeros gentiles» ('Etimologías'. VI. 6). Además, sociológicamente, se pueden examinar los usos y las modas de la Navidad.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia