casa de fieras
Niños anormales
No me extraña que la gente prefiera tener un perro a un niño
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Iniciar sesiónAnormal, según la RAE, es un adjetivo que define lo que no es normal o habitual. Podría decirse que ya no quedan niños normales, si se alejan de malas interpretaciones peyorativas, los niños de hoy son anormales. Hay niños adelantados, niños con altas capacidades, ... niños con retraso de aprendizaje, niños TDAH, niños con disfunciones, niños con altas sensibilidades, niños con alta demanda, niños con alta dotación, niños con alta tolerancia al dolor, niños con TEA, niños clandestinos, niños retadores, niños desertores, niños de doble excepcionalidad, niños con lateralidad, niños con trastorno alimenticio, niños con alteración del sueño, niños con baja autoestima (también con alta autoestima con la ayuda de sus padres); niños con trastorno del estado de ánimo, niños con nivel cognitivo normal, niños con impulsividad, niños de presentación combinada, niños con trastornos hipercinéticos, niños con trastornos disociales, niños con trastorno negativista desafiante (mamones de toda la vida), niños con, niños sin, niños, niños, niños, niños…
Antes era mucho más sencillo. Había niños malos, buenos, maleducados y como mucho, niños gordos o niños coñazo. Pero con este escenario no me extraña que la gente prefiera tener un perro a un niño. Decía lord Rochester que antes de casarse tenía seis teorías diferentes sobre el modo de educar a los niños, y que después de tener seis hijos se dio cuenta de que no tenía ninguna teoría. Vivimos en el apogeo de la gilipollez, porque los profesores en vez de ser maestros son psicopedagogos. Se pasan el día tratando de analizar los comportamientos de los pequeños en vez de enseñar. La escuela, el colegio, el 'tuto' o donde vayan son centros de diagnóstico en vez de escuelas de aprendizaje. No conozco a ningún niño que con quince años no sepa hablar, como tampoco conozco a ninguno que con siete no distinga el bien del mal. Muchas veces caemos en el absurdo de creer que los niños de hoy sufren más porque el ser humano tiene una tendencia patológica a etiquetar y de creer que el mundo está en deuda con uno mismo. Hoy si no tienes algo es que no te lo han descubierto todavía. Y no debe de quedar mucho tiempo para que todas estas clasificaciones se dirijan a perros o gatos, porque la estupidez se ha adueñado de la sociedad. No se extrañen cuando el veterinario les diga que su caniche tiene un trastorno disocial en grado tres y dos cuartos, previo paso a pedirle 235 euros por el diagnóstico y la solución de lanzarle la pelotita cada cinco horas a una distancia mínima de seis metros y medio.
La educación comienza y termina en casa. Los conocimientos se aprenden en el colegio. Si el niño da la lata en el restaurante, no se le da un teléfono para que se haga adicto a la pantalla. O no va, o aprende a escuchar. Si el niño es un trasto, se educa, si el niño no estudia, se castiga, y si el niño es gilipollas lo más probable es que su padre, madre o tutor, sea también gilipollas. Y los maestros que les formen. Aunque todos los niños sean distintos, en el fondo, son todos iguales.
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