casa de fieras
El mundo entero gira en torno a mí
El ser humano ha conseguido a fuerza de estupidez y poca humildad condenarse a sí mismo
El sentido del humor
Desmontando la 'madrileñofobia'
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Iniciar sesiónEn España hay una plaga silenciosa, más peligrosa que la cancelación, la especulación e incluso que la Administración: la gente que se cree muy importante. No hablo de ministros ni de empresarios –esos ya tienen su corral propio–, sino de ciudadanos corrientes que viven convencidos ... de que su sombra es patrimonio histórico y de que, sin ellos, el planeta perdería el equilibrio y se caería de lado. En cualquier terraza se los puede ver: miran el móvil como si fueran ellos quienes lo inventaron, comentan la actualidad en tono de editorial y se ríen poco, no vaya a ser que se les descoloque la dignidad. Ellos saben lo que ocurre con el cambio climático y conocen la raíz de cada conflicto bélico, social o cultural. Suele ocurrir, también, que confunden el respeto con la solemnidad y creen que un chiste es una falta de ortografía moral.
A mí, en cambio, me parece que la seriedad continua es un defecto de fábrica. El que se toma demasiado en serio está siempre de mal humor porque el mundo no se ajusta a su biografía autorizada. Y si encima es inteligente, o eso se piensa, el caso es peor, porque se vuelve un insoportable con argumento. Uno, para sobrevivir en esta comedia que es la vida, necesita saber reírse un poco de todo, muy especialmente de sí mismo. Es cuestión de higiene mental. El que no lo hace termina oliendo a naftalina moral. Yo, por ejemplo, llevo años practicando la autocrítica preventiva: antes de que nadie me llame idiota, ya me lo digo yo. Y lo hago con tanta soltura que hasta me ahorro discusiones. El problema de tomarse muy en serio es que te obliga a mantener un personaje que no eres. Es como ponerse un frac para bajar la basura o una corbata en la playa. Resulta incómodo, ridículo y, sobre todo, inútil. En cambio, la ligereza –esa virtud que en España algunos confunden con frivolidad– te permite entrar y salir de los problemas sin que te arrastren las olas.
En estos tiempos de redes sociales y mentes asociales, el mundo gira en torno a uno mismo. Ese alpiste en forma de algoritmo está convirtiendo a las personas en súbditos de su propia negligencia. Partimos de la base de que todo el mundo suele estar equivocado, excepto uno mismo, y eso conlleva una tristeza de la que solo podemos escapar atiborrándonos de calmantes, antidepresivos, alcohol y otras drogas. El ser humano ha conseguido a fuerza de estupidez y poca humildad condenarse a sí mismo, y en la misma guillotina, a las personas que tenemos cerca. Es como si una tardoadolescencia guiara cada uno de nuestros tropiezos. Pero ahí vamos, orgullosos de creer que nuestra palabra es de Dios y que todos los demás son unos necios equivocados. Luego resulta que la vida se ha esfumado mientras seguíamos enfadados por lo que decía el gilipollas de turno. Desconfía de todos aquellos que tengan una verdad sobre todos los problemas. La vida siempre se ha pintado en una escala de grises. Y todavía hay quienes piensan que todo es blanco o negro.
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