casa de fieras
Fite, ¿tú sabías…?
El conocimiento se cuela con el codo mojado, apoyado en el poso de otra copa que dejó otra persona
Los días felices
La elipsis como modo de vida
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Iniciar sesiónLa vida se descubre en la universidad y en la barra. «Fite, ¿tú sabías?», más que una frase es una institución; la escuela de una tradición que se transmite como un tesoro, una pista, la ventaja que se comparte con alguien porque te hará la ... vida más fácil. «Fite, ¿tú sabías?», más que un conjunto de palabras es un verso curado, una forma de entender lo que tenemos delante y lo que se esconde tras la puerta cerrada. Más que una frase es una enseñanza; más que una anécdota, un triunfo. El conocimiento se cuela con el codo mojado, apoyado en el poso de otra copa que dejó otra persona. Se tira un misterio al aire, como si esto de aprender fuese solo prestar atención. Y respeto. Te lo cuenta un mayor, un amigo, un padrino. En ese mensaje se da lo mejor de uno mismo. Así va pasando el brillo que fuimos en un ritual que tiene de banda sonora un murmullo de carcajadas y algún vaso roto. Da igual que el tema sea la vida, el campo, el despacho o aquél que vino de 'chicuco' para acabar siendo el guardián de los secretos de Toranzo. Porque cuando salimos a tomar algo, cuando uno le dice al otro «Fite, ¿tú sabías?», se está dando una lección de vida, una chispa de otro que hizo estallar algo inolvidable, único y genuino; algo que solo compartes con las personas que quieres.
Creo que Sevilla es donde el milagro brilla mejor: la capital mundial de la sabiduría cotidiana. Y además lo hace queriendo, porque la ciudad es generosa, segura e inabarcable. Allí luce a todo gas, mejor que en cualquier otro sitio, porque se ha hecho así desde mucho antes de salir a América por el Guadalquivir. Mucho antes de la llegada de romanos, moros, judíos o jándalos. En la barra de un bar de Sevilla no hay prólogos, ni índices temáticos, ni notas a pie de página. Allí todo conocimiento comienza con un «Fite, ¿tú sabías?». Esa fórmula es la llave maestra del saber popular. Con ella se abre la puerta del misterio y del descubrimiento, lo mismo para anunciar una anécdota histórica que para revelar la receta secreta de la tortilla de la madre del interlocutor.
El «Fite ¿tú sabías?» contiene, en apenas cuatro palabras, más vocación pedagógica que cualquier conferencia universitaria. Además, instala la expectativa de la revelación inmediata. Ningún manual de retórica lo explica mejor: es la Socrática mayéutica, pero con un zurito de cerveza y una tapa de calamares. Lo curioso es que tras esa expresión casi nunca llega una verdad incontrovertible, sino una mezcla encantadora de rumor, experiencia y media ciencia. Pero ¿acaso no se construyó la cultura humana sobre esa misma mezcla? La diferencia es que, en el bar, entre carcajadas y tragos, esa sabiduría se acepta sin examen final.
Sevilla es la única universidad en la que uno paga matrícula de honor con una ronda. Y lo que se aprende allí, con cada «Fite, ¿tú sabías?», suele tener más aplicación práctica que lo que enseñan mil escuelas de negocio juntas. No somos más que esas tres palabras. Y gracias a eso.
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