casa de fieras
Agenda 1930
El relato oficial es que si Sánchez dimitiera habrá ganado la ultraderecha
Lo que no está prohibido es obligatorio
Sevilla
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Iniciar sesiónEl 26 de abril de 1932, el ministro Casares Quiroga sancionaba al juez Luis Amado por un supuesto delito de «exceso de celo», iniciando esa práctica que está tan de moda últimamente llamado 'lawfare', en la que el investigado se pregunta qué derecho tendrá ese ... juez a juzgarme. Acabáramos. El bueno de Quiroga se basaba en la ley en defensa de la República, un salvoconducto que se sacaron del cajón para, básicamente, poder inhabilitar a cualquier persona, periodista, funcionario o juez, que se atreviera a contrariar la opinión de sus señorías. Todo aquello acabó mal. Tanto, que el nuevo socialismo se ha fijado en aquella agenda 1930 con más ahínco si cabe, que la propuesta por los pagadores europeos del 2030. El día 19 de abril de 1932 al juez Amado se le impuso una sanción de tres meses de suspensión de empleo y sueldo y, por supuesto, sin capacidad de defensa ante las acusaciones vertidas sobre su persona.
Todo el nacionalismo que lo pasa pipa en Madrid, se ha levantado ante las denuncias que dos organizaciones, Manos Limpias y Hazte Oír, han interpuesto contra la mujer de Pedro Sánchez. En algunos casos se les tacha de fascistas y de organizaciones de ultraderecha, pero el día después, el próximo martes, cuando Sánchez diga que por España y por los derechos sociales conquistados no va a dimitir, comenzará el nuevo juego que se está cociendo realmente: el de poder señalar a jueces y periodistas por atentar contra el Sanchismo. De esto va la cosa, de nada más. Para lograr este objetivo, lo primero es victimizarse. Ya se sabe que no es fácil conseguir que un director de la talla de Pedro Almodóvar se emocione hasta el llanto. Pero la carta que mandó el presidente del Gobierno a la ciudadanía ha dejado tocado al manchego. También a cientos de periodistas que se han levantado valientemente contra la decisión del juez de admitir a trámite la querella. El relato oficial es que si Sánchez dimitiera habrá ganado la ultraderecha. No se trata de manipulación sino de un plan de ejecución. ¿Qué pasaría si saliera culpable de los delitos que le imputan?, ¿que no hay contrapoderes? Los periodistas deben ser el cuarto poder que su falta de independencia ha dejado de ejercer. Si cualquier organización denuncia a un servidor público o sus allegados por haber cometido un delito, y el juez ve indicios suficientes como para admitirlo a trámite, está simplemente ejerciendo esa cosa rara que se llama independencia judicial. Nada más.
Si la denuncia está basada en bulos y mentiras, lo primero es que no prosperará y, lo segundo, que el demandante tendrá que asumir las consecuencias por haber hecho una denuncia falsa. Ni el director emocionado es capaz de escribir un guión tan bien elaborado para esta película de la que somos figurantes. Pero lo que sí que está claro es que la agenda más parecida a la del presidente del gobierno ya la vimos el siglo pasado, allá por los años treinta, cuando el cine era mudo y un político podía silenciar a periodistas y jueces por hacer su trabajo. España solo llora por el ojo izquierdo.
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