casa de fieras
400 muertos más
No recuerdo flotillas por la paz en el Nervión ni el Bidasoa
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Iniciar sesiónEsta semana hemos sabido que Zapatero quería terminar con ETA a toda costa. No importaba cómo ni por cuánto. Interfirió en lo del Faisán, propuso pagar dinero a cambio de paz, avisó de alguna operación en suelo francés y sacó al Partido Popular de ... la mesa de negociación para hacerle sitio a Otegui, su hombre de paz. Mientras, la banda terrorista agonizaba. La Guardia Civil y la Policía Nacional llevaban años perfeccionando la lucha contra los asesinos y sabían prácticamente todo de ellos. Conocían su estructura, sus movimientos, su 'modus operandi' y, sobre todo, los tenía perfectamente situados en la esquina del ring. A cada paso de la banda, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado le enganchaban otro croché. Si caía un jefe, lo hacía el sustituto en tiempo récord. No solo no levantaban cabeza, sino que estaban descabezados. Decapitados. Y fue en esa tesitura de absoluta debilidad, cuando Zapatero, al igual que los asesinos, decidieron dar un paso atrás. Sabían muy bien que delante había un acantilado. No se trataba de dejar de matar sino de sobrevivir.
Zapatero estuvo dispuesto a todo con tal de acabar con la banda. Pero el precio a pagar llevaba una hipoteca de desmemoria que ha sido ejecutada a la perfección durante la última década. Una especie de borrón y cuenta nueva que, entre otras cosas, incluía no tirar de la manta de los casi 400 asesinatos de ETA sin resolver. En este tiempo, la Fiscalía General del Estado ha pasado de ser un objetivo a un instrumento; las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad han sido relegados a la humillación y al abandono de sus funciones en territorios españoles; los presos por delitos de sangre han pasado de ser villanos a 'gudaris'; los niños en las escuelas han dejado de estudiar historia por propaganda. Y todavía hay 'periolistos' indeseables que se quejan cuando alguien habla de ETA, como si los que lo hacemos fuésemos personas que no quieren enterrar aquel horror o cualquier gilipollez similar. Allá vosotros y vuestra anomalía cerebral.
No recuerdo flotillas por la paz en el Nervión ni el Bidasoa, ni tampoco barcos de la Armada en la bahía de la Concha protegiendo a quienes recibían tiros en la nuca. Pero sí recuerdo muy bien los telediarios anunciando atentados en casas cuartel, en centros comerciales con niños arrasados por el fuego y la metralla, tiros en la nuca a periodistas libres o secuestros inhumanos. Recuerdo cómo ETA asesinaba por la espalda a personas que defendían la libertad, ya fuesen políticos, jueces, fiscales, escritores, empresarios, hosteleros o, simplemente, vecinos que no comulgaban con la barbarie. Además, los sucesivos gobiernos no han hecho nada por despejar la niebla, al contrario: la memoria democrática padece de un alzhéimer institucional que asusta. Pero claro, imaginen lo mal que le vendría al Gobierno investigar a los socios del Gobierno.
Algunas fuentes hablan de 379; otras elevan hasta 400 los muertos de ETA que están sin resolver ni investigar. Ni 'hunos' ni 'hotros' han tenido la decencia de ponerse a trabajar por ninguno de ellos cuando debería ser una prioridad de programa electoral. Dos veces muertos y dos veces olvidados.
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