La Alberca
El pseudoescándalo de los ERE
Como dice el magistrado César Tolosa, el Gobierno se ha situado por encima de la ley y, peor aún, de la verdad
Dimitir a cachitos
El epistolario pétreo
Si en España hay pseudomedios, como proclama Sánchez, lo justo es que también podamos decir que hay pseudodemócratas en el Gobierno, como se aprecia de forma palmaria en la desembocadura del escándalo de los ERE de Andalucía. El presidente plañidero que se duele del ... presunto 'lawfare', sobre todo desde que sufre apuros connubiales, exclamó en un mitin en Benalmádena tres días antes de las europeas que Magdalena Álvarez, condenada en firme por el Supremo, había sido la «primera víctima de la derecha y la ultraderecha». Ayer el Tribunal Constitucional, tras debatir la ponencia que elaborada por una magistrada condecorada por la Junta de Andalucía en época socialista, absolvió a Magdalena Álvarez. La concatenación de hechos no merece más comentario. Veníamos de una jornada en la que el fiscal general ganó por la mínima el debate de la amnistía en la Junta de Fiscales con el voto de la exministra Dolores Delgado, que está suspendida por el Supremo del cargo que le daba derecho a participar en esa votación. Y sólo un día después el Constitucional que preside Conde-Pumpido ha consumado aquello que el presidente se barruntó en el mitin. Con el voto favorable, por cierto, de Juan Carlos Campo, que fue ministro de Justicia con Sánchez y director general de Relaciones con la Administración de Justicia de la Junta de Andalucía cuando la ahora absuelta era la consejera de Economía. Dato para los amantes de las puertas giratorias.
En los ERE se desviaron casi 700 millones de euros a un 'fondo de reptiles', según el propio director general de Trabajo de la época, para repartir sin concurso entre empresarios afines. Una vez que el dinero estaba fuera de control, se abonaron cantidades industriales a mediadores que, como quien no quiere la cosa, metieron en las listas de prejubilaciones de las empresas agraciadas a decenas de intrusos, casualmente todos relacionados con altos cargos socialistas. El sanchismo aguó la tipificación de la malversación siguiendo el mantra de que los condenados en Andalucía no se metieron nada en el bolsillo. Enchufar a familiares y militantes del partido en falsas prejubilaciones no cuenta.
Siguiendo la teoría de Sánchez de que todo es una conspiración de los pseudomedios podríamos hablar también de las pseudocátedras, las pseudotesis doctorales o la pseudoamnístía, pero hoy hay que pararse unos minutos en la deriva pseudoconstitucional. El voto particular del magistrado César Tolosa dice que la absolución de Magdalena Álvarez «sitúa a los miembros del Gobierno por encima de la ley y con ello derrumba los propios fundamentos del Estado de derecho». Pero nuestro pseudopresidente, que echó a Rajoy usando una frase de una sentencia del caso Gürtel que luego fue corregida por el Supremo, proclamó en el mitin de Benalmádena que los ERE son un pseudoescándalo inventado por la derecha. La apisonadora sanchista ha instaurado el ministerio orwelliano: la verdad empírica es un bulo porque sus mítines son ahora la única verdad.