La Alberca

El bulócrata

Nadie ha promovido más la desinformación que Sánchez, que sabía lo de su mujer y aprovechó el secreto de sumario para trazar un plan electoral

Puigdemont vale más que Lambán

El presidente piscinero

Dos días antes de que Sánchez mandara su epístola de amor a los filipenses, ¡dos días antes!, el abogado de su mujer ya le había traído del juzgado los papeles en los que ponía que Begoña Gómez estaba siendo investigada por dos tipos delictivos, ... tráfico de influencias y corrupción en los negocios. Ahora sabemos —ya no sólo sospechamos— que los cinco días de confinamiento del presidente fueron una actuación que buscaba un premio Max de las artes escénicas. Y que su cinismo es, más que una máquina de fango, una locomotora de odio con turbohélices. Sánchez salió de la madriguera para colocarnos su mendacidad en nuestra mochila. Fabricó un bulo mastodóntico sobre el honor de su esposa y, mientras metía la descomunal patraña debajo de la alfombra de La Moncloa, nos acusó a todos de haberle hecho exactamente lo que él nos estaba haciendo. Ayer otra vez. Contra la pregunta concreta de Feijóo, la respuesta del fango y los pactos con Vox. Supongo que este tipo de comportamiento tendrá un nombre en los temarios de Psicología. No quiero saberlo. Me basta con haber descubierto que su abulencia es ilimitada. Nos ha tenido un mes acomplejados bajo el yugo de los bulos, exigiendo rigor a quienes desvelaban las hediondas actividades comerciales de su mujer, pontificando sobre su honor y enseñando la puntita de la querella a quienes osaran decir que lo de Begoña podría tener repercusiones penales. Acusó de pseudoperiodistas a quienes habían publicado las informaciones en las que se basaba la denuncia, movilizó a su partido para que clamase contra la atrocidad que suponía meter a la familia en los asuntos políticos —como si una amnesia general se hubiese tragado sus invectivas a Ayuso—, sacó el 'joker' de Palestina el día que iba dar explicaciones sobre sus bretes esponsalicios y hasta nos despertó con un titular que exclamaba en las vísperas de su comparecencia que la Guardia Civil había descartado cualquier indicio de penalidad en los trajines de su costilla. Todo a sabiendas de que ella estaba ya anillada como investigada. Nadie ha promovido más la desinformación que él, que aprovechó el secreto de sumario para trazar un plan que le permitiese sacar renta de sus miserias en las elecciones europeas.

A estas alturas de la historia a mí ya me da igual si lo que hizo la mujer del presidente es delictivo o no. Porque es inexcusablemente vergonzoso. Y porque Sánchez lo ha usado para obtener rendimiento electoral. Una jugada así, con apenas un mes de ventaja hasta el estallido de la verdad, sólo puede salir de una mente abyecta y desesperada. Ni siendo mi padre me representaría alguien de tal calaña, capaz de manosear a su familia, mentir sin inmutarse e inflamar la polarización social sólo por conservar el poder. Se puede dirigir una democracia con las ideas que sea, incluso sin ideas, pero no se puede estar al frente de un proyecto de progreso sin tener principios. Sánchez pasará a la historia como el instaurador en España de un nuevo sistema llamado bulocracia. Y hoy el bulócrata toca cima con la amnistía.

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