lente de aumento
Gangrena sanchista
Se frena el fascismo, dice, mientras avanza el rodillo implacable de quien se piensa mesías cuando actúa como un sátrapa caribeño
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Iniciar sesiónNo creo que sea tan complicado. Molesto, quizás humillante, pero es bastante sencillo. Son en sus dos posibilidades el mismo número de palabras. Prueben. «Me equivoqué, me engañó…». Los votantes de eso que en mi época llamábamos socialismo pueden intentarlo. De verdad que, verbalizado, tiene que ser una liberación, sacudirse una carga de ser cómplices de un truhán ... . Eso ha pasado en otros partidos. Ocurre que en el PSOE la ocupación es total y ha llevado a remozar las encimeras, tapizar los sofás, pintar puertas y ventanas y hasta purgar las tuberías. De lo que en su día fue solo han dejado las fachadas de Ferraz y eso, cuando se lija hasta el parqué, es otra forma de travestismo ideológico, político, casi peor, porque tiene más de embuste. Recuerdo a ese líder del PP al que reprochaba que se quedaba siempre en la sede, apenas pisaba la calle y poco o nada las agrupaciones comarcales del partido. Me contestó que era cierto pero que tenía tantos enemigos internos que le daba miedo salir a la Part Forana y que al volver le hubieran levantado hasta los muebles. Algo de ese trauma arrastra Pedro Sánchez desde que lo sacaron a empellones de Ferraz. Llorar en el hombro de su amigo en San Francisco fue en realidad probar a marcarse un Scarlett O'Hara, y juró que ni él ni su doña volverían a pasar hambre, que nada de volver a quedarse a la intemperie con una caja de cartón y el currículum anoréxico de quien ha vivido siempre de la nadería del partido. Volvió, maniobró, arrasó y reventó la casa centenaria hasta no dejar un rosal en pie. Entonces fue el momento de elegir, y el votante decidió ahormar una coartada, esa que le ofrecía su camaleónico visir, el rasgo tan amoral como inteligente con el que justificar el vendaval ideológico que dejaría el partido de la rosa apenas en pie, con paredes pero con todos los muebles desvencijados, arrancados de cuajo, convertido su frontispicio en un armazón, la muleta a la que asirse para justificar la mayor y más rápida mutación política en la historia democrática de España. Nada queda de lo que un día fue un partido basal en el devenir del país, precipitado en una vaina que aloja al sanchismo, que, más que darle cobijo, le da cuartelillo, la excusa para una trapacería constante y sin freno, en nombre del socialismo. Es ahí donde el votante se convierte en un trilero, cobijado en un falaz, bueno, hay que estar con apresto, el único que puede frenar a la ultraderecha. Una letanía en cuyo nombre se cometen barrabasadas sociales, desmembramientos territoriales y desigualdades jurídicas. Se frena el fascismo, dice, mientras avanza el rodillo implacable de quien se piensa mesías cuando actúa como un sátrapa caribeño. Le funciona porque dio con la tecla de la conciencia de su grey. No os preocupéis, tenemos una misión, y en su nombre todo vale. Esa es su artera virtud, la única. No tiene mérito, digan lo que digan quienes lo detestan tanto como lo admiran. Es solo moral, justo su ausencia. Sin ella, todo es posible. Que sus cómplices en la urna lo sepan. No es placebo, es gangrena.
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