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Antonio Burgos

La Zarzuela: «No molesten»

Antonio Burgos

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Bernardo Muñoz Marín. «Carnicerito» de nombre artístico. Torero por la gracia de Dios. Sobrado de gracia. Malagueño de nación. Hecho al arte del toreo y de la flamenquería en Jerez. Los que lo conocieron sostienen sobre él dos cosas: que era el hombre de mayor ... gracia natural y espontánea, no buscada, que en su vida conocieron; y el más elegante y que mejor porte y jechuras tenía. No se tiene noticia de que en su vida se pusiera unos pantalones vaqueros. Cuando el caballero don Álvaro Domecq Díaz se hizo rejoneador con el exclusivo fin de racaudar fondos para levantar unas escuelas para los niños desfavorecidos de su Jerez, llegando a torear 50 tardes en la temporada de 1944, se llevó en su cuadrilla a dos hombres de arte: como banderillero de confianza, a Bernardo Muñoz; y como mozo de espadas, a otro monstruo del ingenio, al que fue mi catedrático de Gramática Parda, a don Miguel Criado Barragán, «El Potra» en el mundo del toro, donde fue gente, y quien tenga la menor duda, que lo pregunte en Sevilla, Madrid o Pamplona.

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