¿Y los parados de larga duración?
«El paro ha vuelto a crecer. En un mes de marzo, no es lo habitual. No hay cambio de tendencia». «Bueno, desde luego ha crecido menos que el año anterior. Hay cambio de tendencia...». Desde el inicio de la recesión, nos hemos convertido en «coyuntureros», esperando mes a mes alguna señal de cambio. Mientras, hemos aparcado otro dato básico en toda crisis económica: el paro de larga duración. Según la última EPA, más del 35% de los parados llevaba más de un año buscando empleo.
La tasa de paro de larga duración ya alcanzó el 6,7%, el triple que hace dos años. Como en crisis anteriores, una vez iniciada la recuperación, esta tasa seguirá creciendo, al menos durante otros dos años. Estos desempleados partirán con desventaja frente a los que lleven menos tiempo en el paro, su capital humano se habrá depreciado y es probable que no puedan retornar al mismo oficio y sector del que procedieron. La mayoría requiere un reciclaje. Sin embargo, la EPA también indicó que tan sólo un 16% de estos desempleados con experiencia laboral recibía algún curso de formación. ¿Por qué? Si es cuestión recursos, pensemos en cuánto ascenderá prorrogar las ayudas extraordinarias al desempleo durante unos cuantos años más. Quizás sea más bien un problema de gestión. Nuestros sistemas de formación ocupacional y continua ya han dado suficientes pruebas de escasa eficacia, demasiado monopolizados por los Servicios Públicos de Empleo y los agentes sociales.
Me temo que este tema tampoco esté sobre la mesa de negociación de la reforma laboral. Importa poco a un Gobierno demasiado agobiado por la coyuntura y a unos agentes sociales demasiado preocupados por defender a los suyos: el 99% de los que han perdido su empleo durante la crisis no encajan en el perfil de afiliado, probablemente el 100% entre los parados de larga duración.
Profesor
de la Universidad
de Oviedo e investigador
asociado
de Fedea
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