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El voto de los tontos

El debate fue una penosa constatación de que esta política es un espectáculo de baja calidad para un público adocenado

Ignacio Camacho

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Hace tiempo que las campañas electorales en España parecen dirigidas a captar el voto de los tontos. No ya de los ingenuos que aún son capaces de creer en promesas, sino de los espíritus simples, de los forofos de mentalidad estrecha que eligen su papeleta ... en función de zascas dialécticos, consignas ramplonas o frases hechas. El espejismo de realidad aumentada de las redes digitales, la sacralización de las emociones y de la cultura de la queja, y la ausencia de una educación en el pensamiento crítico han construido una sociedad adolescente y maniquea, intelectualmente banal y políticamente hemipléjica, refractaria a razonamientos matizados y a premisas complejas. El populismo triunfa y se contagia aprovechando esa generalizada pereza que provoca en la opinión pública un desolador vacío de ideas. Qué líder se va a molestar en dirigirse a ciudadanos maduros, capaces de discurrir por su cuenta, cuando puede ganar voluntades a base de baratijas ideológicas y de demagogia garbancera.

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