Tribuna abierta

La Universidad, en el centro de la sociedad

«La Universidad debe ser ese lugar sagrado donde enseñemos a pensar, a reflexionar, a generar criterio, a madurar intelectualmente. Y para eso debe estar de nuevo en el centro de nuestras vidas»

Eduardo Sicilia

Hace poco menos de un mes que asumí la responsabilidad de dirigir la Consejería de Ciencia, Universidades e Innovación. Lo considero un reto y un lujo. Estamos hablando de trabajar sobre el conocimiento, sobre el talento de excelencia, en definitiva trabajar sobre y para el ... futuro.

Históricamente, la Universidad ha sido el centro del conocimiento, el espacio generador por excelencia. Hoy nos encontramos con que el conocimiento tiene un sistema de generación distribuido. La Universidad sigue siendo protagonista, pero también lo son otros ámbitos; como la empresa, más obligada que nunca a aportar nuevo valor en su industria; el mundo de las start-up, donde, con modelos ligeros y rápidos, incorporan al mercado nuevas soluciones que resuelven problemas de las personas; y desde luego, la propia sociedad, más inquieta que nunca, envuelta en una renovación intelectual que permita adaptarse a los retos que el día a día pone por delante.

La Universidad tiene una función crítica en la sociedad. Y no sólo me refiero a esa distribución de conocimiento, sino que debe ser ese lugar sagrado donde enseñemos a pensar, a reflexionar, a generar criterio, a madurar intelectualmente. Y para eso la Universidad debe estar de nuevo en el centro de nuestras vidas. El lugar al que acudir a lo largo de un periodo de crecimiento y de desarrollo personal y profesional, que hoy podemos decir que dura toda la vida. Es cierto que hace unas decenas de años, uno se cultivaba en la Universidad, aprendía un conocimiento específico, y después podía ganarse la vida felizmente utilizando sabiamente ese conocimiento y especialidad. Hoy ya no es posible. No nos formamos cinco años para trabajar treinta años con ese conocimiento. Nos formaremos a lo largo de toda nuestra vida, para abordar proyectos profesionales y vitales que cambiarán de forma radical como nunca antes se había hecho. Y para eso tenemos que tener cerca a nuestra Universidad: que esté alrededor de lo que sucede en nuestro viaje por la vida. Y eso pasa por que ésta sea capaz de integrarse en un ecosistema donde alimente y se retroalimente de otros ámbitos del conocimiento y de la experiencia aplicada.

Hoy la sociedad se enfrenta a un futuro extremadamente digitalizado, donde la tecnología ha cambiado las formas de fabricar, distribuir, consumir, priorizar, en definitiva de comportarse en prácticamente todos los ámbitos. Empresas que buscan nuevo talento. Talento que busca nuevo conocimiento. Conocimiento que tiene que ser desarrollado. Por eso es importante generar un sistema inteligente, abierto, integrador, que atraiga y genere oportunidades, que aumente el impacto global que se genera individualmente a través del sistema productivo y del modelo educativo e investigador.

Cuando uno sale fuera y trata de medir la calidad y progreso de un país, de una región, de una comunidad determinada, lo hace por el nivel que encuentra en sus instituciones, en la calidad de su tejido productivo, investigador, universitario. En definitiva, de los profesionales que las representan. La Universidad debe ser esa fuente de energía e inspiración de esta representación. Una Universidad que se anticipe a escenarios futuros, que genere pensamiento crítico, que estimule a los universitarios, docentes y profesionales que pasen por sus aulas, en una sabia hibridación de saberes, desde el humanismo que nos ancle en sólidos principios hasta los saberes más técnicos que nos permitan seguir contribuyendo a la modernización del mundo que hemos recibido.

Recuerdo una frase de un amigo y admirado profesor, Eduardo: «El ejecutivo, el empresario, se hace en el día a día, pero la Universidad prepara a gente capaz de pensar». No lo he olvidado. Por eso pienso en una universidad tecnológicamente avanzada, pero con cimientos sólidos, raíces profundas que nos permita convertirnos en una sociedad que crezca y florezca en sabiduría, esa que necesitamos para abordar con éxito los grandes retos de nuestro tiempo.

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Eduardo Sicilia es Consejero de Ciencia, Universidades e Innovación de la Comunidad de Madrid

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