Trump vs. AMLO
«López Obrador ha preferido lo que los antiimperialistas latinoamericanos llamaban antaño el cipayismo entreguista para evitar un encontronazo con Trump»
En la turbulenta historia del imperialismo yanqui que el perfecto idiota latinoamericano lleva un siglo utilizando como pretexto para cometer sus fechorías no habíamos visto algo igual: un líder de la izquierda antiimperialista (hasta le pide cuentas a España quinientos años después), convertido en un ... dócil, amoroso caniche de Washington. Me refiero a Andrés Manuel López Obrador, el mandatario mexicano que a cada trompada de Trump responde con un contrito «sí, señor».
Y en la historia del proteccionismo comercial -que lleva siglos y se conocía como «mercantilismo» en los tiempos en que nació la ciencia económica- tampoco habíamos visto algo igual: un gobernante que se inflige a sí mismo un castigo económico aplicando aranceles a sus vecinos para encarecer las importaciones que compran sus gobernados, no porque ignore el efecto contraproducente de la medida, sino porque cree que castigar el comercio internacional es la mejor manera de que un tercer país le resuelva su problema en otra materia. Me refiero a Trump y su anuncio de que a partir de mañana iba a aplicar un arancel de 5 por ciento, que luego subiría hasta el 25 por ciento, a todos los productos mexicanos si AMLO no atajaba a los centroamericanos y mexicanos que tratan de colarse por la frontera yanqui.
¿Se imaginan ustedes lo que dirían la izquierda mexicana y latinoamericana si a las agresiones verbales y arancelarias de Trump un gobernante de centro-derecha como Macri o Piñera respondiera poniendo la otra mejilla y anunciando que de ahora en adelante se volverá el policía migratorio de Washington? AMLO hubiera podido responderle a Trump muchas cosas, empezando por los 17.000 millones de dólares que el arancel antimexicano del 5 por ciento costaría a la economía estadounidense (y unos 80.000 millones el de 25 por ciento), y recordándole que los estados estadounidenses fronterizos, entre ellos Arizona y Texas, dependen de México para cerca del 40 por ciento de lo que importan del exterior. O que la producción entre ambos países está tan integrada que los distintos suministros empleados para fabricar bienes viajan de ida y vuelta, de tal forma que un producto terminado que ingresa a Estados Unidos desde México es en cierta forma un producto que los estadounidenses importan de sí mismos…
Pero ha preferido lo que los antiimperialistas latinoamericanos llamaban antaño el «cipayismo» entreguista para evitar un encontronazo con Trump. No entro en el fondo de la cuestión, pues eso me llevaría a explicar cosas obvias: es bueno evitar guerras comerciales y es bueno no declarar a Estados Unidos hostilidades políticas innecesarias. Apunto, simplemente, la gloriosa ironía que supone ver al Gobierno de México jugando al papel que la izquierda mexicana -de la que AMLO es en parte expresión, aunque también lo sea del viejo PRI- vituperaba siempre en el «entreguismo» de la derecha latinoamericana.
Y en cuanto a Trump, sin duda es un pequeño consuelo que no sea un proteccionista ideológico o un ignorante minucioso con respecto a los beneficios del comercio, sino un tipo acostumbrado a negociar a lo bestia en el bronco mundo inmobiliario de Nueva York, que cree que como presidente puede usar los aranceles como arma de presión contra medio mundo para obtener cosas ajenas al comercio (ya sea en China, Alemania o México, a los cuales ha declarado hostilidades en distintos momentos) y luego volver tan campante a la normalidad. El problema es que hasta que la otra parte le concede lo que pretende (si se lo concede), sus aranceles hacen daño a sus ciudadanos y los de otros países, y ennegrecen las perspectivas económicas internacionales.